Capítulo 6

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Un par de semanas

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Un par de semanas.

Llevaba en cautiverio, básicamente ignorando mensajes y fingiendo estar muy enferma como para atender los asuntos del trabajo (ventajas de ser sobrina del jefe). Era cada vez más difícil seguir con la mentira, más cuando tenía visitas a diario del médico familiar.

Lo absurdo en todo esto es que él mismo médico se había dado cuenta de mi gran mentira, tras decir "No estás enferma, sólo confundida o abrumada con algún tema en particular". Sí, tal vez él Dr.Steven eran muy bueno en su trabajo o tal vez yo no era muy buena mintiendo.

Una avalancha de emociones me abrumaba a diario, cuestionandome más de una vez, si lo que había hecho estaba bien.

Pero no había marcha atrás.

— Y Lando no deja de pregúntar por ti.—comentaba la chica a lo otro lado del ordenador.— Ayer hable con él, hasta tarde y parecía algo confundido. Dice que de pronto todo, "Lo que tenían" se vino abajo.

— Isa, no es un tema del que quiera hablar.—confesé.— Él y yo teníamos un acuerdo, uno que él no respeto.

— Carmen, te conozco desde años, para darme cuenta, que tú también rompiste tal acuerdo.—suspiró casada.— Deben hablar tarde o temprano, no puedes seguir escondiéndote.

— Es complicado.—excuse.

— No creo que sea tan difícil para hablarlo. Vamos los dos son lo suficientemente grandes para aclarar las cosas.

— No lo sé, estoy confundida.

— ¿Lo amas?.

— Sí, bueno me gusta y me siento bien cuando estoy con él.

— Entonces no lo pienses tanto.

Sonreí de lado al escuchar su consejo, porque sonaba tan fácil, pero no lo era. Había mucho que perder de por medio.

— A veces sólo debes actuar y luego pensar. Carmen te aprecio y aprecio a Lando, no me gusta verlos en está situación. Más cuando se que ambos comparte sentimientos.—aseguró mientras le daba un sorbo a su café.

— Bien, sólo necesito algo de tiempo.

— Está bien, pero no lo alargues demasiado.

— Prometo no hacerlo.—respondí tras escuchar el timbre sonar. Mis sentidos se activaron al instante.—Me tengo que ir, hablamos después.—colgué antes de escuchar respuesta.

Suspiré abrumada, para dirigirme a la puerta y poner la cara de enferma que mejor me resultará, para seguir con la farsa. Dude en preguntar o ver a través del ojillo de la puerta, cuando escuche su voz.

— Carmen, soy Lando, puedes abrir por favor.—insistió.

Retrocedí unos pasos, antes de abrir la puerta, la manos me temblaban y mi corazón comenzaba a tomar un ritmo acelerado.

𝟐𝟐 | 𝐋𝐀𝐍𝐃𝐎 𝐍𝐎𝐑𝐑𝐈𝐒Donde viven las historias. Descúbrelo ahora