Capítulo 27. Lágrimas vacías.

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El abrir la boca para emitir el primer sonido que conforma la primera palabra es lo más difícil para Miguel, debatirse entre explicarlo con hipócrita calma o estallar en ira; es su nueva guerra. Así que contra todo pronóstico y opuesto a su personalidad gentilicia deja caer la bomba sobre un terreno ya minado.

—Tu maldito esposo se folla a la puta de mi esposa —son las palabras que activan la cuenta regresiva en el cronómetro de la bomba. Ver como una explosión de desconcierto, animadversión, ira y locura comienza a dar destellos en el interior del cuerpo de ella es tan real como que sus ojos comienzan a llenarse de una cascada de agua salubre saturada de dolor y amargura a la par que el rojo odio comienza a rodear ese par de iris que cambia de un pardo suave a un negro intenso, mientras que una cachetada inesperada resuena tan fuerte como el mismo picor que provoca en el rostro estoico de Miguel.

—Basta, ¡cállate!— grita a quien se le acaba de derrumbar el mundo a sus pies. Mientras que la voz de él intenta sobresalir a los gritos ahogados de ella, pero no logra sacarla de su estado de descontrol emocional. —¡No...no...no, por favor, cállate, por favor!— es el ruego implorado de ella al tratar de sobrevivir a la muerte súbita de su familia, mientras que con sus pequeñas manos se tapa con desesperación y violencia los oídos para evitar escuchar los por menores de su cruel y cruda realidad. —¡Oh, Dios mío!, él me juró que nunca más me engañaría, me juró por la vida de nuestro hijo que había aprendido la lección y que esperaría por mí —pronuncia aún incrédula a la par que se balancea en el sofá como si de una mecedora se tratase, en busca de auto consuelo y de encontrar un poco de aire limpio del cual respirar.

El mecerse. mientras aprieta con fuerza las palmas de sus manos sobre sus oídos, le trajo, algo de sosiego para lograr preguntar con un miedo que le devora cada vena, cada arteria por las cuales un torrente de sangre caliente va pasando dejando destrucción por cada latido de su corazón, a su vez las pulsaciones son tan erráticas que no sabe cómo puede permanecer aún con vida.

—¿Qué has dicho, cómo te atreves a asegurarme algo tan cruel?, ¿estás loco, o qué? —arremete contra Miguel, pero inconscientemente se bufa de ella misma, por haberle dado una segunda oportunidad a Lluis a pesar de los miles de banderas rojas que sus familiares, amigos y allegados les hicieron notar, «estúpida de mí, al creer que el amor existe y puede vencer cualquier problema por muy grande que sea, estúpida, mil veces estúpida», se reprocha internamente presumiendo que la verdad, la cual, nunca ha querido aceptar le acaba de reventar en su cara.

Los brazos de Miguel por inercia la envuelven en un consolador abrazo, aquel abrazo, que él hubiese querido recibir cuando, ¡maldita sea!, vio horrorizado en un palco de primera fila lo puta que es su zorra esposa, mientras que ella, la muy ramera, disfrutaba de ser salvajemente follada en su cama matrimonial por el hombre que según, sus propias palabras: sí la hace alcanzar orgasmos de verdad.

Otra guerra ajena se les presenta a él y a Sandra cuando el abrazo se enfrenta a fuertes sacudidas que intentan con desespero finalizarlo, pero Miguel sabiendo que la pequeña dama a la cual rodea con sus brazos está a punto de perder la cordura, evita que el abrazo llegue a su fin. Entre sollozos lastimeros y ataques de ira, ella simplemente le suplica que le diga que es mentira, una mentira que ella quiere creer como si su sano juicio dependiera de ese engaño marital.

—Dime que es mentira, que sólo te estás vengando de Lluis, dime que mi hijo crecerá cerca de su padre, dime que ese hombre al cual perdoné hace meses atrás me ama únicamente a mí, que su cuerpo y su corazón son míos —Le reprocha entredientes en tono de voz bajo; una dolida mujer a un ser, que sin saber, está tan roto como ella. Un silencio les rodea como rodea la soga el cuello del sentenciado a muerte antes que el verdugo hale de la palanca para que el cuerpo guinde por su propio peso. Aunque ella sabe en lo más profundo de su ser que es verdad, suplica por lo imposible, por lo inevitable, por lo insoslayable.

Bajo tu infidelidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora