Capítulo 26. Un día más, un día menos.

335 23 2
                                    

Al otro lado de la misma ciudad, el despertar para Matteo es casi rutinario desde el nacimiento de su primogénito varón, para él, solamente uno de sus tres hijos es clave para perpetuar su apellido. Anteriormente, jamás consideró de mucha importancia esa tendencia de darle tanto valor al apellido del progenitor, pero ¡demonios!, desde que supo que nacería varón, un sentimiento de unión fuerte e inquebrantable se arraigó en su mente, alma y corazón. Fue una lucha a muerte; la selección del nombre, sin embargo, cedió a su conveniencia, ante la sugerencia de Fanny por la simple razón de evitar delatarse ante la sociedad.

Luego de estirar su cuerpo sobre las sábanas arrugadas, e intentar, ¡maldición!, por enésima vez volver a comunicarse con el amor de su vida, el pesado cuerpo de Matteo comienza a encaminarse a la ducha, mientras le exige a Fanny que le prepare el desayuno. Los olores a comida casera recién hecha es una de las pocas ventajas de tener a la Lucífera, esa odiada secund suegra, al menos los insulsos desayunos a base de cereal quedaron en la historia, bien por su estómago irritable. Pero, en fin, hoy vuelve a su hogar junto a la mujer maravillosa que tiene por esposa, un Matteo feliz y orgulloso de sus andanzas extramatrimoniales; se afeita para luego aplicar en su ya muy pronunciada calvicie ese espray que intenta tan siquiera ocultarla, una larga y profunda ducha es lo que necesita para limpiar su cuerpo de los rastros de infidelidad de la cual ha disfrutado desde hace ya más de diez días; doce para ser exactos. Consciente que ya no es el joven Matteo Durán aquel que podía satisfacer sexualmente a sus mujeres, tomó la precaución de no tener sexo anoche con Fanny, así que su falo está más que dispuesto para hacer con el cuerpo de Alicia lo que le plazca.

Nada ni nadie impedirá que hoy regrese a su hogar, ese castillo levantado con Alicia la mujer que jura amar en las buenas y en las malas, aunque nunca se esperó ser el causante de "sus malas", no se arrepiente en absoluto por cada una de sus decisiones que involucran camas ajenas. Pero ¿qué se puede hacer?, para él la necesidad de follar lo que se le pegue la gana tiene una prioridad más alta que el bienestar de su esposa.

Lejos y ajeno de las últimas entregas de intimidad que protagonizan dos almas heridas, dolidas y decepcionadas en su castillo, Matteo Durán, desayuna con parsimonia mientras contempla a su Charles devorar literalmente el lastimado pezón de su madre. Los pasitos de una Liz cantarina llenan la estancia mientras que cada quien se pierde en sus propios pensamientos. Listo y más que preparado para dejar atrás, por ahora, su secund family comienza a despedirse de la pequeña y traviesa Liz sacándole un centenar de carcajadas al hacer que sus dedos pringuen al azar varias zonas del cuerpo de la pequeña. Una atareada Fanny le entrega a Matteo un Charles algo inquieto, pero justificándose que debe terminar de prepararle el equipaje para el supuesto viaje de negocio que lo mantendrá alejado de ellos por al menos quince días.

El ambiente familiar se torna en fracciones de segundos en un caos inesperado cuando, sin razón ni por qué, un llanto de dolor agudo brota sin control de la diminuta boca del lactante, las miradas de los tres adultos se enfocan en él, ni siquiera los seguros brazos de su padre logran calmarlo. Tres fuertes y desagradables reflujos gástricos bañan la impecable ropa de Matteo quien con rostro enfundado en desagrado y repulsión le entrega con desdén el niño a Fanny quien aún está intentando cerrar la maleta, mientras que el mayor tiene que bañarse otra vez, el problema no es la ducha, sino la pérdida de tiempo ya debería ir en camino a su verdadero hogar. Su afán de ducharse rápido se ve interrumpido cuando los gritos ahogados de Fanny lo ponen en sobre aviso, sin perder tiempo sale aún empapado con agua jabonosa para observar horrorizado que varios hilos de sangre se entremezclan con el vómito de la leche materna.

Más de media hora después están en la amarga e inhóspita sala de espera de la clínica más próxima a su casa. El tiempo pasa lento haciendo interminable la espera que dura el examinar a Charles por el especialista. La hambrienta necesidad de Matteo para estar con Alicia se esfuma sin darse cuenta, saber qué le sucede al niño es por lejos su nueva prioridad, así que esperar allí sentado tomado de la mano de una asustada Fanny es lo que lo mantiene alerta a cualquier cambio en la salud de su Charles.

Bajo tu infidelidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora