Capítulo 1. Coartada perfecta.

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El resplandor del amanecer sutilmente se filtra por la delicada cortina color zaffre, elegida bajo los exigentes estándares de Matteo Durán, la calidez de los tenues rayos del sol bailan sobre los párpados cerrados de la pareja que se niega a abandonar los brazos de Hipnos, bendito dios romano del sueño. Ambos cuerpos entrados ya en sus cuarenta se abrazan disfrutando aún de su desnudez. Llevan más de dos décadas despertando juntos, en muy pocas ocasiones duermen separados. Claro está, siempre y cuando las extensas jornadas laborales y actividades empresariales se lo permitan. Lamentablemente, para Alicia, ya se ha hecho costumbre dormir sola al menos tres o cuatro veces al mes desde que él logró, hace más de cinco años, el tan anhelado ascenso al cargo de CEO en la corporación familiar.

Las gruesas manos de Matteo recorren aquel cuerpo que conoce a la perfección, tal cual como si de una moldeable arcilla, se tratase, bajo las recelosas manos del escultor. Sabe cuál botón tocar, cuáles movimientos certeros ejecutar para que Alicia su hermosa esposa ceda dispuesta a complacerlo en sus extravagantes juegos sexuales mientras que ella intenta satisfacerlo, evitando así, que él vuelva a cometer aquel grave error de buscar en cama ajena lo que no consigue en casa.

Su voz varonil le susurra —ábrete para mí, amor— sumergiéndose en la curvatura de su estilizado cuello mientras que le entrega un par de besos unidos a unas cariñosas mordidas que no dejarían marca alguna, pero que la prepararía para su propia satisfacción —necesito mi mañanero, sabes que hoy será un día duro y una noche larga— termina de justificarse.

Aunque Alicia intenta persuadirlo, pues estar adolorida en sus partes íntimas no es lo que necesita, sobre todo por el día tan especial que les aguarda. Pero Matteo no tarda en hacer de las suyas, como es rutina, él siempre gana; son sus reglas, sus deseos, sus necesidades lo que van primero, así lo habían acordado luego de aquella dolorosa infidelidad protagonizada por él, y que casi les cuesta el matrimonio cuando su hermosa hija Anabel tenía alrededor de trece años.

Para Alicia es más fácil y rápido ceder ante él, que luchar un rato para luego igual perder. Agradece a Dios que en esta oportunidad su mañanero o arrebato sexual, como quieran llamarlo, es bastante clásico dentro de lo que cabe, a pesar de que el preámbulo es casi inexistente, para su gusto, evitando que ella logre una buena lubricación, pero sabía que a su amado esposo siempre le ha gustado así, casi a quemarropa, según él la siente más cerrada y apretada provocándole un mayor placer. Luego de diez minutos haciendo rebotar el costoso colchón por fin ambos vibran extasiados al alcanzar el clímax. Un largo y violento beso estalla en los labios de ella; como siempre el típico cierre de Matteo.

Un golpeteo juguetón sobre la puerta de la habitación los apresura expulsándolos de su mullida cama con unas sonrisas en los rostros, ambos, aun ligeramente cansados caminan tomados de las manos hacia el pulcro baño.

La voz fémina de Anabel resuena feliz anunciando que su gran día llegó, los esposos ríen ante las ocurrencias de su única hija, como si no supieran que hoy ella y su prometido Miguel Bruzual contraerán nupcias bajo las costumbres religiosas de su tradicional familia.

La voz parlanchina de Anabel no deja de sonar en el formal comedor a pesar de que a su padre le agrada desayunar en silencio. Los recuerdos de las alegres comidas familiares que disfrutaban los tres en los primeros años del matrimonio quedaron atrás después de esa maldita infidelidad. Alicia con frecuencia se arrepiente de haber aceptado ir a las terapias de pareja con aquel psicólogo amigo de Matteo.

Un efusivo abrazo de su hija la trae a su aquí y ahora logrando que se concentre en Anabel, —lo siento hija estoy tratando de ordenar mentalmente todo lo que tengo que hacer hoy— comenta alegre mientras se permite dejar atrás sus tristes pensamientos. —no quiero que te preocupes, vas a ser la novia más hermosa y feliz de todo el mundo— afirma con sobrada razón bajo la mirada dubitativa de quien dice amarla.

Bajo tu infidelidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora