Matteo aferrado al volante conduce por las ajetreadas avenidas, pero dándose todo el tiempo que necesita para calmarse antes de llegar al otro extremo de la ciudad. Se siente cansino de tener que hacer esta tediosa travesía cada vez que tiene o necesita ir a ver a su second-family, como él sarcásticamente la llama, medita por unos escasos minutos ¿sí le sería más rentable mudar a su second-family a una zona más céntrica? Sin embargo, el tiempo que tardan varios semáforos en cambiar de luz roja a verde no le da el tiempo suficiente para decidir, así que, se concentra en dejar de analizar tanto las cosas para limitarse a disfrutar de la libertad pecaminosa y definitivamente indecente de estar con ella durante los próximos días.
—¡Mierda... mierda... y más mierda! —son las palabras que explotan en su boca cuando observa la hilera de carros estacionados que hay al frente del jardín, duda un par de segundos entre llamar a Fanny, su zorrita, para que vacíe la casa o continuar conduciendo sin rumbo fijo. Total, ya ha estado pensando en dejar a esa zorrita y sólo limitarse a enviar algo de dinero para la manutención de Liz. Sin embargo a pesar de que sabe que sería la mejor opción para resguardar su legal matrimonio prefiere mantener su promesa de cuidar de ellas hasta el final sin importar las consecuencias que tendría que afrontar en cuanto su second-family salga a la luz pública.
Matteo está dispuesto a todo, claro está, a excepción de sacrificar su matrimonio con Alicia; nunca se alejaría de la que él considera su alma gemela; esa perfección de mujer que Dios hizo exclusivamente para él. Por su obsesionada mente no pasa, ni siquiera, se asoma la remota posibilidad de divorciarse de quien, él, dice amar y aunque se cataloga como un follador nato, tampoco está dispuesto a fallarle a la pequeña Liz.
El alma se le parte en dos tan siquiera al recordar el inmenso terror que se apoderó de su cuerpo ante el prematuro nacimiento de Liz, el cómo tuvieron que revivirla a pocas horas de haber llegado al mundo, lo frágil que estuvo los primeros meses de vida, todos estos años de terapias fisiológicas para que ella por fin alcanzara la madurez muscular de acuerdo a su edad cronológica, pero da gracias a Dios por tener la dicha de poder ver y sentir esa hermosa energía vital que transmite por esos redondeados ojimiel. Son razones más que suficiente para permanecer a su lado, bastardita o no, es su sangre, una luchadora desde que estaba en el vientre, pues difícilmente otro feto hubiese resistido dentro del vientre materno lo que su Liz soportó; desde fajas increíblemente ajustadas, una casi inexistente alimentación, a excepción de bebidas gaseosas o de vez en cuando algo de comida chatarra del día anterior, consumo inescrupuloso de cigarrillos, trasnochos en conciertos de Heavy Metal, maltrato físico por parte del padre de Fanny, en fin, un cúmulo de dañinas y tóxicas experiencias durante los cinco primeros meses de gestación. No fue hasta que Matteo descubrió el embarazo que tomó riendas en el asunto sacándola de aquel infierno y llevándola a vivir a un pequeño apartamento cerca de las oficinas corporativas, lo que le facilitaba el cuidar del embarazo.
Para ese tiempo los reclamos, llantos e interminables peleas dentro de su frágil matrimonio se habían calmado, luego de su affaire con Daniela el que fue descubierto tres años atrás. La relación con la curvilínea gerente de una de las empresas asociadas estuviera aún viento en popa sino fuera porque la muy imbécil, intentando presionarlo, decidió comunicarse con su esposa entregándole pruebas de los casi cinco años de relación. No fue fácil que Alicia y Anabel lo perdonaran, el hecho que su hija estuviera en plena pubertad no le facilitó nada obtener el perdón. Matteo Durán afirma amar a Anabel por el simple hecho de ser su primogénita, pero en lo más profundo de su tóxico y ater corazón prefiere a leguas a Liz, él no sabe si es por lo fuerte, testadura y valiente que es la pequeña bastardita o porque aún le guarda rencor a Anabel por haberle quitado parte del amor de su esposa.
Sabiamente y con ánimos de calmarse se dirige a un elegante, pero discreto hotel a las afuera de la ciudad, precisa centrarse un poco en sí mismo como él suele decir; consentirse. Necesita desestresarse ya que, entre la fastidiosa boda, aún peor el amargo sabor de los celos en la boca del estómago, sin contar el no poder castigar como planificó a Alicia, la inesperada indiferencia de ella luego de pasar la noche fuera de casa, y ¡mierda!, el no poder estar follando el apetecible coño de Fanny. Se encuentra con tensión emocional.
ESTÁS LEYENDO
Bajo tu infidelidad
RomanceDos matrimonios unidos por un lazo de sangre se verán envueltos en las dolorosas vivencias de las infidelidades, pero las consecuencias de sus decisiones los alcanzarán. Matteo Duran se proclama dueño y señor de la vida, del alma, y porqué no; del...