10.

1.8K 215 8
                                    


Sin mayores inconvenientes salvo la insistencia de Vegas para que Pete firmara el documento de la herencia, la semana pasó tranquilamente. El transcurso estuvo conducido por la constante visita a lugares de importancia en los que se pretendía familiarizar al exchofer en aquello que se aspiraba a que pasara a sus manos llegado el momento.


Vegas, a pesar de los rechazos obtenidos con respecto al tema y sus derivaciones, seguía hablando de su 'ausencia' con una normalidad propia de quien tiene agendada una cita de suma importancia en fechas futuras. Por la forma en la que decía 'cuando yo no esté' Pete solía imaginar que se trataba exclusivamente de un viaje importante en el que se tomaría el suficiente tiempo fuera del país para justificar su obsesión por dejarlo bien instruido.


La situación es que del sitio a donde Vegas pretendía trasladarse nunca más se regresaba.


Pete meditaba constantemente en ello.


Por cada nuevo conocimiento se ganaba mayores bocanadas de consciencia. En varias ocasiones recibía los datos a regañadientes. Muy en el fondo rechazando lo que para él de manera implícita simbolizaba una aceptación a la enfermedad de Vegas. A su próximo partir.


"¿Qué tan próximo?", pensaba Pete. Pronto descubrió que no le importaba tanto saber sobre la logística de las fábricas como de la situación por la que atravesaba el dueño. Y mientras en las cuestiones laborales se sabía libre de cuestionar y maravillarse, en la vida de Vegas cargaba con ese pesar de no tener la oportunidad de inmiscuirse. Más importante todavía, ¿si alguna vez él objetara por indagar Vegas sería capaz de responderle?


Además de la ropa y la comida bien sazonada que se le proporcionaba en casa Pete tuvo acceso a muchas otras cosas de las que prescindió desde hace un par de años. La más importante de todas: el descanso.


Vegas no tuvo corazón para despertarlo por la mañana. Después de los recorridos que estuvieron haciendo un día antes no hubo ni oportunidad a que volvieran a casa para sus rutinas nocturnas que ameritaban desgaste físico hasta llegar al límite. Acompañó a Pete a su habitación con la esperanza de que el calor le hiciera olvidar el agotamiento, pero éste, apenas cruzó el umbral de su recámara, se tiró en el colchón sin siquiera cambiarse de ropa.


Se habría dormido con el traje color vino que le fue preparado desde temprano de no ser porque Vegas se dio el tiempo de prepararle el pijama y de enderezarlo para ayudar al cambio de indumentaria. Luego Pete se abrazó a una almohada y no volvió a abrir los ojos durante varias horas sino hasta entrado el medio día.


Comió su desayuno un tanto afectado por la pereza y la procrastinación y pudo preguntar por Vegas hasta que vio a Chan aparecer en la puerta para saber si algo más se le ofrecía.


Así, después de una rutina de baño que requirió el tiempo suficiente para disfrutar de la comodidad de la tina y las burbujas de jabón Pete se resignó a la lectura que Vegas le sugirió en días pasados.


En el centro de la enorme sala de la mansión pasó casi toda la tarde; rodeado de libros y platos con aperitivos que no se molestó en rechazar porque le vinieron bien a su estómago mimado que hace más de tres meses no probaba siquiera un caramelo.

Carpe Diem [VegasPete]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora