13.

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Pensando mejor sobre el desenvolvimiento con el que ocurrieron los hechos estaba claro que ninguno tenía intenciones de hablar tan a la ligera. Él no quiso que Vegas se enterara de sus pensamientos más profundos a pesar de estar al tanto de cada debilidad en su vida. Ni Vegas se decidía a afrontar una conversación que explicara los porqués de ciertas actitudes.


Puede que también estuviera confundido.


Para ser honestos, ni Pete sabía con exactitud qué lo arrastraba a aceptar una paternidad de la cual claramente no se sabía responsable.


¿Lástima?


¿Presión?


¿Culpa?


O fuera todo ello parte de una capa que recubría la verdad detrás de tantas aflicciones. Por lo tanto, que Pete en el fondo supiera que había un lazo sanguíneo que lo unía a ese bebé.


Hansa hablaba con tanta seguridad ante sus ojos que hubo ocasiones en las que realmente se creyó el cuento. Resignó todo su ser a un matrimonio que le esperaba con dos grilletes a cada lado. Uno para la retención. Otro para el olvido.


Su libertad pendiendo de una cadena sin candado. Simplemente soldada para atraparlo. La soga irrompible sobre su cuello.


Pete lidiaba con la sensación de asfixia. Y a pesar de encontrarse relativamente lejos de casa tenía claro que en algún momento necesitaba afrontar todo ello. Aún le quedaban los suficientes escrúpulos para no desentenderse.


¿Qué quería Hansa exactamente?


¿Qué deseaba él mismo?


De esta forma, a pesar de saber que debía aclarar sus sentimientos e intenciones a futuro para poder abrirse por completo a Vegas tenía también que ser paciente. Porque aún si éste se mirara tan tranquilo en ese proceso de recibir la muerte estaba claro que una noticia de tal magnitud nunca conllevaba toda la paciencia y la resignación del mundo.


Vegas seguramente estaba aterrado.


Quizá pretendía huir de algo.


O puede que sólo fuera inseguridad.


Había mucho qué pensar con respecto a su situación. Y, raro o no, Pete deseaba proporcionarle la confianza para desahogarse sin experimentar rechazo o desaprobación inmediata. Pues, independientemente de si lo hacía por bienestar propio, es decir, que Pete quisiera entender para saciar su curiosidad, tenía esa sensación de que Vegas también prescindía de un escucha. Alguien que pudiese sentarse a su lado, tomarle la mano y musitarle un: 'estoy aquí'.


Pete lograba verse en esa escena. No sabía por qué. Simplemente anhelaba tenderle la mano como Vegas hizo aquella noche que papá se desahogó con los puños sobre su rostro.

Carpe Diem [VegasPete]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora