ʟᴜɢᴀʀᴇs ᴏᴘᴜᴇsᴛᴏs

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Marcaban las siete con cuarenta de la mañana, el sol apenas y entraban en la habitación, la alarma fue la responsable de que Yerin se removiera en el colchón.

Trato de seguir durmiendo, tapándose completamente con la sábana pero el sonido era más de lo que ella podría tolerar.

— ¿Puedes apagar eso, por favor?

— Ya voy.

Se levantó, quedando sentada en la orilla de la cama, tomando su teléfono de la mesita de noche y silenciando el ruido.

Observo la hora y decidió que otros veinte minutos más no estarían mal, solo tenía a decirle a Yuna que se hiciera a un lado y...

¿Yuna?

Casi caía al tratar de quitarse de la cama, sus pies enredados en la sábana haciéndola tambalear.

— ¿Qué haces? Dame la cobija. Regresa aquí, hace frío. — Le dijo Yuna.

Aunque Yerin solo estuviera viendo su espalda sabía que estaba adormilada por la forma en como arrastraba las palabras.

¿Cómo demonios había llegado ahí?

Ella recordaba que se había quedado en el cuarto de invitados la noche anterior, estaba demasiado cansada como para cualquier cosa que no fuera dormir.

Aunque ¿Había pasado algo?

Se recorrió con la vista a ella misma, y ante todo lo que pensaba, su ropa de dormir estaba intacta y en su lugar.

Aunque, esa no era su ropa.

La camisa le quedaba un poco grande al igual que la parte inferior que sin duda que arrastraba por el suelo.

Trato de recordar lo que había pasado y como había llegado ahí.

La noche anterior habían llegado casi a las dos de la mañana, totalmente agotadas. Ambas cansadas del trama y sobre todo de las prendas formales tan sofocantes.

Yerin recordó que ya no tenía nada en esa casa, y el imprevisto de venir no la ayudaba, sin embargo, Yuna pareció adelantarse y sin previo aviso ya tenía un par de prendas en sus manos, específicamente esas con las que durmió.

Pero seguía sin haber una explicación por la que estaba ahí.

— ¡Yuna!— Gritó tratando de despertarla pero lo único que consiguió es que solo se removiera.— ¡Yuna, despierta!

No hubo respuesta, simplemente la nombrada se tapo con la sábana blanca como si eso quitará todo sonido del exterior.

— Dios mío, no tengo tiempo para esto.— Con frustración camino hasta llegar al lado de Yuna, jalando hacia abajo la manta.

— ¿Qué demonios?— Yuna frunció el seño, abriendo un poco los ojos por la molestia de la poca luz.— Dame eso, tengo frío.

— ¿Por qué estoy en tu cama? — Le preguntó sin rodeos con la esperanza de que no se volviera a dormir.

La cabeza de la abogada logró procesar las palabras, abriendo los ojos de golpe y viendo todo a su alrededor tratando de verificar que lo que le había dicho era verdad.

Su ropa regada por el piso y Yerin parada enfrente de ella con una parte de la sábana en la mano le dijeron que había más pruebas que de las que ella creía.

Espera... Su ropa estaba en el piso.

Vio nuevamente a Yerin que seguía parada enfrente de ella, sin embargo no había notado que la diseñadora tenía la vista fija en su torso.

𝑪𝑶𝑵𝑭𝑰𝑫𝑬𝑵𝑻 || 𝒀𝒆𝑱𝒖 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora