Me fui a recostar de nuevo en la cama, tomé el suéter y me lo puse antes de que otra cosa sucediera y esperé por ella, cuando la puerta se abrió cerré los ojos y ella entró aún lanzando maldiciones a medio mundo, con una dedicatoria especial para mí claro. Sentí un almohadazo en mi cara y abrí mis ojos de golpe, ahí estaba ella sentada frente a mí sosteniendo una de sus almohadas.
-te preparé sopa, cómetela- me quejé un poco y al parecer su expresión se suavizó, la hice sentir culpable por propinarme un golpe.
-¿te sigue doliendo el cuerpo?- yo asentí sin moverme demasiado, entrecerré mis ojos haciendo como que me hacía daño la luz y ella amablemente se volvió a sentar junto a mí y tomó la bandeja de comida para ponerla en su regazo.
-vamos has un esfuerzo por sentarte, debes comer para recuperarte- haciéndome el débil me senté poco a poco, claro ella me ayudó en todo momento y acomodó las almohadas a mi espalda para que estuviera más cómodo, desearía grabar este momento para que así quedara plasmado el único instante en el que ella me mimaba de tal manera que me hacía derretir.
-no tengo hambre, me siento fatal- comenté con la voz adormilada, _________ tomó un poco de sopa con la cuchara y le sopló antes de acercarla a mi boca.
-abre la boca David, no me obligues a usar la fuerza bruta contigo-como si no habían sido suficientes todas las veces que ella me ha maltratado, en fin, no me quejo, abrí mi boca un poco y ella introdujo la sopa, era de fideos con verduras y no sabía tan mal... en realidad si estaba malísima, le faltaba sal y tal vez sabor a consomé, pero la había preparado con esmero y eso era lo que contaba a final de cuentas.
-¿te gustó?- preguntó con brillo en sus ojos, no podía decirle que no, así que con dificultad me lo tragué y asentí regalándole una sonrisa.
-está deliciosa, creí que no cocinabas- ella se encogió de hombros y volvió a acercar otra cucharada de sopa, ahora tendría que comerla toda, si esto iba a ser que ella me amara por lo menos un poquito de lo que yo a ella entonces me comería mil ollas.
-me alegra que te gustara, ahora descansa- era momento de lanzar el anzuelo y llevarme al gran pez dorado.
-quédate conmigo, por favor, abrázame- vi como ella dudaba pero al final terminó recargada en mi pecho escuchando como mi corazón se aceleraba con su cercanía, la tenía conmigo y me abrazaba como si de verdad me amara, ¿Cómo esto no podía ser verdad?, moriría por un momento así que fuera completamente de nosotros, sin guión de por medio o historias del pasado que podrían atormentarnos, solo nosotros y el presente.
James volvió a quedarse profundamente dormido, Alexa había llegado y se había marchado de nuevo mientras yo esperaba a louis para que me ayudara a escribir ya que mi mente se bloqueó por tantas cosas juntas que habían pasado, mi mejor amigo estuvo en pocos minutos ya que vivía en el mismo edificio, portaba ropa cómoda y un gorrito gris que yo le había regalado en su cumpleaños, venía en calcetines cabe mencionar.
-pasa, ¿quieres algo de comer o de beber?- Lou negó y se aventó literalmente al sofá, existía esa confianza entre nosotros.
-Alexa me dijo la razón de que no hayas ido a clases, ¿tan enamorada estás?- me senté junto a louis y puse mis piernas encima de las suyas, no sabía que contestar puesto que louis no sabe que todo esto es una farsa y si lo supiera probablemente me mate.
-está enfermo, no podía dejarlo solo, el cuidó de mi ayer cuando me sentía mal- lou frunció el ceño sin entender, tendría que explicárselo desde el principio.
-¿te sentías enferma?- asentí recostando mi cabeza en el sofá.
-ya sabes, mi periodo- ahora él tenía una cara horrorizada.
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La mejor historia de amor James Maslow y Tu
Romanceesta novela no es mía créditos a la escritora original de esta nove