La Sexta Guerra Ninja

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El arte de la guerra es... difícil.

Algunos lo consideran horroroso, otros estupido, pero hay quienes lo conocieran magnífico.

Solo los psicopatas, pero aún así, hay que tenerlos en cuenta.

La guerra inició hace siete meses, y no se ha visto avance de nuestra parte, solo retrocedemos a paso lento.

Recuerdo haber escuchado a mi padre contar historias de mis bisabuelos. Historias en las cuales se narraba la grandeza que representaban y creo que más que nunca, que lo dicho por mi padre solo fue la superficie de la realidad.

— Samira, apresurate — me regaña mi otto —. Los rebeldes se acercan.

— En eso estoy — contesto.

Perder los nervios en la guerra, en la vida cotidiana, siempre es un grava error. Uno debe mantenerse sereno y pensar en todos los movimientos posibles antes de desesperarse. Se vale frustrarse, más no mostrarlo, ¿gritar? Ni hablar.

Genjutsu, nunca falla. Espero a que el sonido se desvanezca un poco y vuelvo a mi labor.

— Prima, esto está mal. — Aquí vamos de nuevo.

"Ocho segundo" — me repito —. "Maldigo al gen impaciente en mi".

— Si no vas a ayudar, te puedes largar — le responde Sath, el menor de nosotros.

Según los últimos informes, un grupo de tres ninjas encontraron la ubicación de un objeto místico. 

Ja. Místico mis calzones.

A pesar de mis protestas ante tal estupidez, estoy aquí con mi otto y primos buscando ese no sé qué. Llevamos días buscando entre las piedras y no hemos encontrado nada. Si no fuera un orden directa de la décima Hokage ya hubiera ordenado la retirada.

— Nadie se va a ir — mi voz sale en forma de orden —. Llegamos juntos y así nos vamos.

Nadie está feliz. Nadie está contento. Ya nadie está dispuesto.

— ¿Cuál es nuestro lema? — pregunto, pero nadie responde. Respiro profundo y agravó mi voz — ¿Cuál es nuestro lema?

— Aquellos que no siguen las reglas son escoria, pero aquellos que abandonan a sus amigo son peor que escoria — contesta mi prima apenada.

— Nosotros no somos amigos, que les quede claro — me volteo a verlos por primera vez desde que iniciamos a trabajar hoy —. Somos familia. Por lo tanto, se amplifica. Dejen de perder el tiempo hablando y sigan buscando.

— Hai — me contestaron.

Doy media vuelta y sigo trabajando.

¿Qué estoy buscando? ¿Por qué lo estoy buscando?

En mi muy humilde opinión, soy un guerrera, no una minera, la cual disfrute cavar por días. Ninguno lo somos, pero quiero creer que la Hokage tiene una — muy buena — razón para mandarnos aquí. De lo contrario, sería una pérdida de tiempo él estar aquí.

Click.

Se escucha el eco por todo el yacimiento. Como dos metales chocan entre sí, ocasionando ese molesto sonido el cual tarda segundo en desaparecer.

Volteo hacia mi otto.

— ¿Sato?

— Creo que encontré algo — responde sin verme mientras tira su herramienta y usa sus manos para rascar la tierra.

Reaccionando a futurosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora