1 • Una última vez

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Quedaba una semana para volver al colegio luego de las extensas vacaciones. Los días se habian mantenido nublados, fríos hasta calar los huesos, y hoy no habia sido la excepción. Sin embargo, eso no arruinaría los viernes de fiesta, era sagrado para los amigos. Así fue entonces, como los cuatro se alistaron para ir a beber. Esa era la primera parada de la noche.

—Naerim-ah, ¿Iremos a bailar? — preguntó Hoseok sonriendo justo antes de beber otro sorbo de su trago. Ya habia pasado una hora en aquel bar y los más hiperactivos ya no aguantaban más sentados.

—¿Como en los viejos tiempos? — también dio un sorbo elevando las cejas.

—¿Viejos? Nacieron apenas el año pasado— comentó Yoongi rompiendo el ambiente con su voz grave y su risa maliciosa.

—Min~, no ves que se están coqueteando, eres increíble— suspiró pesado Sana, golpeando en el brazo al aludido.

—¿Estos dos? Vergüenza me dan— volvió a hablar Yoongi, mirando al chico desafiante.

—Amigo, no te pongas pesado— interrumpió Naerim, extendiéndole la mano a Hoseok quien la recibió con esa sonrisa que pocas veces se desvanecía, y miró a Yoongi elevando su brazo libre, haciéndose el desentendido.

—Ya sabes quien manda, amigo mío— respondió Hoseok sin darle importancia al apático rostro de su amigo.

—Como quieran— y este se dio por vencido rápidamente porque esa terquedad ya la conocía. Los observó unos segundos caminar de la mano en dirección a la salida, pero, sin poder resistirse a decir: —¡Oye, mensa! Sin llorar— mostró esa burlesca sonrisa, que se desvaneció apenas ambos desaparecieron, solo quedando la preocupación, porque esta ya era historia conocida.

Dejaron el bar para entrar a una de las discotecas que secundaban el lugar. Con las identificaciones falsas que Sana había conseguido, pudieron pasar airosos ese control de identidad, dándoles paso a su segunda casa: la pista de baile. La musica era ensordecedora, las luces ambientando la locura. Bailaban con la complicidad que los caracterizaba desde años, esa coordinación y confianza que solo ese tipo de amistad incluía: tensión e ilusión.

Pocos minutos tardaron en eliminar el espacio entre sus cuerpos. Hoseok había tomado su cintura y la había traído hacia sus caderas con mucha posesión. Era algo de ellos, esa extraña relación, aunque el alcohol también estaba haciendo lo suyo. Deshinibiendo sus sentidos.

Se movían al ritmo de la música. Ella apoyaba los brazos sobre sus hombros, observando esa boca que ya era imposible ignorar.

—Hey~ ¿Te diviertes? — en cambio él, no dejaba de mirar sus ojos que parecían orbes frente a tantas luces. Aunque, sinceramente, el brillo en ellos era por tenerlo a él en frente.

—Mmm... No mucho, creo que nos falta algo— respondió con picardía, haciéndolo sonrojar más de lo que ya estaba. Y tuvieron buena recepción esas palabras porque para él, Naerim era su debilidad: su piel reluciente, sus pestañas enchinadas, esos labios conocidos, sus manos acariciandolo con suavidad. Él sabía perfectamente a lo que se refería, lo que buscaban sus ojos con tanta insistencia.

—¿Tu crees? Algo asi como ¿besarnos?

—Exactamente es... — el chico no le dio chance de terminar. Poseyó sus labios con liderazgo, que fue robado a los segundos por la chica que tomó el control sorprendiéndolo, alterando su corazón. Sonrió de inmediato. Esos movimientos, esa lengua traviesa, todo aquello era conocido para él quien le habia enseñado.

—Naerim, ¿Qué haces? — preguntó contento, limpiándose los labios con el dedo.

—¿Superé al maestro?

Vanilla & Blood | OT7Donde viven las historias. Descúbrelo ahora