28 • Revelaciones

32 7 11
                                    

—Pasa— dijo Jungkook justo fuera de su casa.

Ese había sido su destino luego del cementerio. Era su despedida y había decidido que Naerim estuviera con él.

Entraron a la casa encontrándose con el papá y el hermano mayor de Jungkook. Voltearon a ver a la menuda chica quien les reverenció de inmediato.

—Buenas tardes, lamento mucho su perdida.

—Gracias, niña— dijo su padre.

Luego hubo un silencio que Jungkook no permitió que se extendiera por mucho. —Estaremos en mi habitación un momento.

Su padre asintió mientras su hermano solo se mantuvo ahí testigo de todo.

Pasaron al fondo de la casa, luego de la sala de estar, en donde había una puerta y detrás de ella una gran habitación. Estaba pintada con tonos azules y blancos, como el océano. Una ballena dibujada en el techo. Una guitarra en una esquina y unos cinco atriles con cuadros a medio pintar, algunos vacíos también.

—Eres talentoso.

—Gracias... Pero, hace tiempo que dejé de hacer todo lo que pudieras estar pensando... Ni siquiera paso más de diez minutos aquí— confesó. Había abandonado ese lugar hace mucho, porque nada de lo de antes le apasionaba ahora.

—Ah— dijo ella, cuidadosa con sus palabras. Se puso a rondar por la habitación notando varios cuadros con fotografías sobre los muebles. —Waaa~ sigues igual Jungkook, la misma cara de bebé.

—No me gusta seguir con la misma cara de tarado.

—¡Jungkook! — lo reprendió ella, haciéndolo reír mientras buscaba algo en los cajones.

—Pero si a ti te gusta, puedo vivir con eso— y lo encontró. Un álbum de fotos familiares. Luego sacó unos pantalones pescadores y una sudadera. Naerim notó que tenía varias de estas en su ropero. —Elije uno si quieres.

—¿Ah? ¿De verdad?

—El que quieras. Yo me iré a cambiar de ropa mientras— y desapareció por una puerta blanca.

Naerim comenzó a revisar las prendas, que al haber tantas no le dio pena sacar una morada con letras amarillas. Y se la puso de inmediato ya que la noche había llegado y el frío con ella.

—Oh— tenía que ser exactamente esa, pensó lamentándose un poco, —te queda perfecta. Saca otra— dijo, sin embargo, restregando su cabello mojado con la toalla.

—¿Otra más? ¿Por qué tanta caridad? ¿Estás tramando algo?

—Sí— sacó una mediana mochila desde la otra puerta del ropero y comenzó a guardar algunas prendas. Zapatillas y accesorios y el album de fotos.

—¿Vas a algún lado? — preguntó ella mientras este dejó el bolso afuera de su ventana, por la jardinera.

—Sí.

Y Naerim lo seguía curiosa y confusa. Intentando de leer su rostro que se veía demasiado relajado. —¿No me dirás?

Se recostó en su cama mirando el cielo. —¿Puedes venir? — palmeó su lado de la cama. Naerim tardó unos segundos en acercarse pero terminó recostándose a su lado descansando sus manos en su vientre. —Tengo miedo.

Y comenzó a hablar, dejando ir todos sus pensamientos en la intimidad de su habitación.

—¿De qué?

—Del futuro... ¿Confías en mí? — Naerim empezaba a pronunciar la 's', —sin mentiras, por favor.

Miró hacía su lado sintiéndose descubierta. —Es difícil entregarle toda tu confianza a alguien en tan poco tiempo— así que fue sincera, —pero vamos por buen camino.

Vanilla & Blood | OT7Donde viven las historias. Descúbrelo ahora