𝙎𝙐𝙈𝙈𝙀𝙍 𝙇𝙀𝘽𝙇𝘼𝙉𝘾 tiene el mal hábito de mirarla con ojos de amor, de amarla más que como se ama ella misma. Tiene el mal hábito de quererla sabiendo que ella no la mira de la misma forma y saber que aún así seguirá guardandole un gran lug...
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Summer tiene el mal hábito de amar a Madeleine con todas sus fuerzas.
Madeleine tiene el mal hábito de no amar a Summer con todas sus fuerzas.
El amor que Summer le tiene a Madeleine era algo que ni ella misma podía imaginarse, amar con el corazón y no con la mente es algo que jamás se le pasó por la mente a Summer. No por el hecho de simplemente amar a una persona con la mente y no con el corazón, sino porque jamás imaginó el hecho de estar ahora junto a la chica que la enamoró. Era algo mágico. Algo cómo un sueño.
Ambas tienen el mal hábito de estar juntas.
— Maddy.
La castaña volteó su cabeza para poder mirar a la pelirroja, encontrándose con el perfil de su bello rostro.
La sensación de tocar las mejillas de Summer y mantener el contacto físico eran inmensas en el cuerpo de Madeleine, pero eso le asustaba. Le asustaba amar a Summer, porque no sabía si Summer la amaba de igual manera.
— Dime, Sum.
Summer mantenía su vista en el cielo azúl que estaba repleto de nubes, algunas eran vistas en forma de corazón o incluso hasta de estrella por parte de la pelirroja.
Ambas se habían organizado para pasar una tarde en el jardín de Madeleine, el cuál era bastante amplio para recostarse en el césped y apreciar el cielo.
— ¿Alguna vez te has enamorado?
Aquella pregunta salió repentinamente de los labios de Summer, sin embargo, no se arrepentía de haberla hecho. Summer sabía muy bien que si Madeleine se enteraba de sus sentimientos hacia ella, podría tornarse incómodo el ambiente. Pero era algo que ella siempre trataba de sacarse de la cabeza a diario, porque nunca se imaginaría a Madeleine cómo una persona cruel o cómo alguien que dañaría sus sentimientos.
Madeleine permanece a diario en los pensamiento de Summer.
— Siendo sincera, no sé cómo se siente estar enamorada. Es decir, sí, puede que me haya gustado alguno que otro chico, pero jamás he llegado a sentir esas emociones que los demás sienten cuando se enamoran — respondió desviando su vista al cielo — ¿Por qué lo preguntas?
— Por nada — suspiró con tristeza.
— ¿Tú te has enamorado alguna vez? — preguntó ahora Madeleine, quien trataba de controlar sus impulsos y no mordisquear sus uñas.
