chapter seventeen.

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➤; Un sueño.↶

Aquellas palabras saliendo de la boca de Madeleine me resultaron tan confusas, pero cobraron sentido al abrir mis ojos

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Aquellas palabras saliendo de la boca de Madeleine me resultaron tan confusas, pero cobraron sentido al abrir mis ojos. Lo único que podía ver borrosamente debido a que apenas iba despertando, era el techo de mi habitación, ella no estaba a mi lado y jamás lo estuvo.

Entonces todo había sido un sueño.

Sentía mi cuerpo un poco sudoroso, mis manos estaban sudadas y mi nuca se sentía húmeda, levanté mi espalda del colchón mientras examinaba todo el cuarto con lentitud hasta que la reconocida voz de mamá llegó a mis oídos.

— Despierta ya, Summer.

Otra vez esas palabras.

Suspiré con cansancio y quité las sábanas de encima mío, me senté en la orilla de la cama y empecé a colocarme mis sandalias.

— Estoy despierta, mamá — avisé entre bostezos.

A paso lento me dirigí hacia la puerta para después abrirla, tomé camino hacia el baño que se encontraba en el pasillo del piso de arriba. Entré, lavé mi cara con agua fría para poder despertar mejor, me cepillé los dientes e hice mis necesidades. Al salir nuevamente fui hacia mi habitación, me cambié mi pijama por una prenda de ropa casual para la escuela, lamentablemente hoy es martes.

Odio los martes.

La odio a ella.

Por último me puse unos converse blancos y bajé al primer piso — exactamente a la cocina — para desayunar, el delicioso aroma de panqueques sensibilizó al instante mi olfato.

— Buenos días, dormilona — escuché decir a mi mamá.

Sonreí — Buenos días, Elizabeth.

Sé que odia que la llame así.

— ¿Sabés? Creo que empezaré a llamarte verano.

Mi sonrisa desapareció al instante, no la creí capaz de hacer tal atrocidad.

— Tengo suficiente con Miguel que me llama así todos los días — dije con burla, él realmente sabe que odio que me llamen así.

Mamá rió — Apresurate, porque hablando de Miguel, te irás con él a la escuela — las palmas de sus manos chocaron, aplaudió tres veces.

No dije nada, asentí con mi cabeza y me dediqué a devorar mi desayuno con gusto.

Realmente trato de evitar el pensar en ese sueño.

Entre llamadas de atención por parte de la mayor responsable de mí, terminé mi desayuno, casi ni pude disfrutarlo.
El timbre sonó, eso indicaba que Miguel finalmente había llegado.

— ¡Que gusto verte Miguel! — exclamó mamá con emoción al abrir la puerta y verlo a él.

— Mamá, literalmente lo viste ayer — hablé mientras me acercaba a ambos.

𝐁𝐀𝐃 𝐇𝐀𝐁𝐈𝐓 | 𝐌𝐀𝐃𝐄𝐋𝐄𝐈𝐍𝐄 𝐌𝐂𝐆𝐑𝐀𝐖Donde viven las historias. Descúbrelo ahora