chapter fourteen.

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➤; Solamente quiero besarte.↶

SUMMER LEBLANC

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SUMMER LEBLANC

Acariciaba con mi dedo pulgar la mano de Madeleine, lentamente paseaba mi dedo por sus suaves manos de arriba a abajo, ella mantenía sus ojos cerrados, mientras que yo la miraba a ella.

El sueño empezaba a consumirme, mis párpados luchaban por no cerrarse y seguir manteniendose abiertos, pero no sirvió de nada. Mis ojos se cerraron y sinceramente no recuerdo nada más, simplemente sentí como caía en un sueño profundo.

Después de un rato fui abriendo mis ojos lentamente, encontrándome con la sorpresa de que Madeleine ya no estaba a mi lado. Me levanté con brusquedad de mi cama y miré a todos lados, a cada rincón de mi habitación para ver si ella estaba ahí. No lo estaba.

Tallé mis ojos lentamente, me puse mis sandalias y miré a la ventana, era de noche ya y había gotas en el vidrio, estaba lloviendo. A paso lento me dirigí a la sala, quizás Madeleine se había ido antes de que empezara a llover. Bajé las escaleras y cuando estaba apunto de pisar el último escalón, la voz de Madeleine me tomó por sorpresa.

— ¿Qué haces, Summer? — la escuché decir a mis espaldas, giré sobre mi propio eje y la miré.

Se veía tan linda con el cabello alborotado y su rostro de recién despierta, sonreí al ver aquella imágen de mi novia.

— Pensé que te habías ido — empecé a subir los escalones hasta llegar a ella, me miró con una sonrisa.

— Mamá me dio permiso de quedarme, así que no te librarás tan fácil de mí — tomó mi mano y la entrelazó con la suya, estábamos teniendo contacto físico nuevamente.

Reí con burla.

— La verdad no quiero librarme de ti nunca — confesé.

Me miró incrédula.

— Entonces, ¿esperarías años para estar una vida entera conmigo? — preguntó de repente, ahora era yo quien la miraba incrédula.

— Esperaría cien vidas por caminar una contigo.

Pude notar como sus mejillas tomaban un color carmesí, desvió su mirada hacia cualquier rincón del pasillo y sonreí con burla.

— Te pones nerviosa muy rápido — dije.

Escuché como reía nerviosamente, eso me causaba gracia y ternura.

— Guarda silencio y mejor vamos a dormir otra vez, es muy tarde — trató de evadir el tema mientras me arrastraba con ella hacia mi habitación.

𝐁𝐀𝐃 𝐇𝐀𝐁𝐈𝐓 | 𝐌𝐀𝐃𝐄𝐋𝐄𝐈𝐍𝐄 𝐌𝐂𝐆𝐑𝐀𝐖Donde viven las historias. Descúbrelo ahora