𝙎𝙐𝙈𝙈𝙀𝙍 𝙇𝙀𝘽𝙇𝘼𝙉𝘾 tiene el mal hábito de mirarla con ojos de amor, de amarla más que como se ama ella misma. Tiene el mal hábito de quererla sabiendo que ella no la mira de la misma forma y saber que aún así seguirá guardandole un gran lug...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Según la mitología griega, los seres humanos fueron creados originalmente con cuatro brazos, cuatro piernas y una cabeza con dos caras. Ante el temor de su poder, Zeus los dividió en dos seres separados, condenándolos a pasar sus vidas en busca de sus otras mitades.
Summer encontró su otra mitad, y esa era Madeleine.
Su amor era incondicional, tanto que no soportaban estar lejos la una de la otra por tanto tiempo. Todo era como un sueño para Summer del cual no quería despertar nunca.
Es algo irónico de explicar.
— Vayan calmando sus hormonas, niños — advirtió Summer bajando las escaleras — Porque es hora de dormir.
Quejas por parte de su grupo de amigos resonaron por toda la casa, Summer rodó los ojos divertida.
— ¿Cómo crees? Apenas son las tres de la madrugada — dijo Mason, quien miraba atentamente la televisión donde pasaba una caricatura.
— Tú cállate. Tú comes cheetos con un tenedor, no tienes derechos — atacó la pelirroja dejando unas mantas y sábanas en los sillones — Ya es hora de dormir, luego Miguel anda en el quinto sueño a las cuatro de la tarde.
— Si soy — soltó pequeñas risas, ganándose una mirada acusadora por parte de su amiga.
— ¡Grosera! — exclamó Tristan, quien había recibido un golpe con una de las mantas por parte de Summer
— Ups.
— ¿Y esto para qué es? — preguntó ahora Miguel, tomando una de las mantas y mirándola juzgonamente.
— Para ustedes, baboso. Ni crean que van a dormir en mi habitación todos, solo Becca y Maddy pueden — contestó con obviedad, todos los chicos se quejaron — A ver, a ver. Es mi casa y yo pongo las reglas, chillones.
— Pero ¿y si viene la llorona por nosotros a las tres de la mañana? — Miguel empezaba a sentir escolofrios ante su propia suposición.
— Eres un miedoso, Miguel Ángel — Summer sonreía con superioridad.
— ¡No me llames Miguel Ángel!
— Entonces deja de quejarte y ya duérmete — ordenó para finalmente dirigirse hacia el sillón en donde se encontraba Maddy, quien miraba todo con una sonrisa de diversión.
