chapter nine.

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➤; Carta.↶

Una de las cosas favoritas de Summer es escuchar su nombre salir a través de los labios de Madeleine, realmente ama la forma en la que Madeleine la menciona y el sutil tono que la hace volar por los aires

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Una de las cosas favoritas de Summer es escuchar su nombre salir a través de los labios de Madeleine, realmente ama la forma en la que Madeleine la menciona y el sutil tono que la hace volar por los aires.
No se sabe realmente que fue lo que captó su atención por completo, pero definitivamente estaría decidida a luchar por ella.
Decir que Summer quiere a Madeleine queda corto, pues ella está completamente a sus pies. Por su cabeza jamás pasó el pensamiento de tener un amor tan fuerte por alguien, siquiera imaginó que alguna vez conocería a alguien cómo Madeleine.

Summer está decidida a declarar sus sentimientos a Madeleine, sin embargo, el tormentoso pensamiento de qué podía ser rechazada la aterra.
No se imaginaría una vida sin Madeleine.

Porque Madeleine ni siquiera la veía con ojos de amor.

Porque Summer siempre la vio con ojos de amor.

La joven de tan sólo 14 años se encontraba sentada en la silla giratoria que formaba parte de su escritorio, totalmente decidida a darle fin a su tan abstracto sufrimiento.
Sus manos temblaban y los nervios empezaban a florecer por todo su cuerpo.


La hoja de papel estaba intacta, no había ni una sola palabra escrita. Summer realmente tenía el deseo de demostrar sus sentimientos naturalmente, pero el bloqueo que se apareció de repente en su mente le complicaba las cosas, eso la desesperaba.

Madeleine es aquel sol que aparece en los días tormentosos, el sol que Summer adora. El sol del que Summer se enamoró, sólo el sol de ella y de nadie más.

Soltó un suspiro pesado, sus pensamientos de arrepentimiento la abosorbian, pero no por completo. Summer soportó tanto tiempo ocultar sus sentimientos por Madeleine, que ni ella creía que amar a un humano es tan fuerte cómo una droga.
Después de unos largos minutos empezó a escribir, dejándose llevar por lo que su corazón decía y no por lo que su mente le indicaba.

Querida Maddy.

A lo largo de mi vida aprendí que las cosas no son para siempre, los momentos son minutos, horas, semanas, meses, años que no permanecen para siempre. Es triste saberlo, pues el imaginarme el simple hecho de que lo nuestro fue momentáneo me destruye.
Sin embargo, estoy dispuesta a ser destruida, sólo si se trata de ti. Te entrego mi corazón cómo en una bandeja de plata, y te demuestro todo el amor que siento por ti.

Dueles tan lindo, que tus ojos, tus manos, tu voz, tus mensajes son tan hermosos que me hacen mal. Al amarte y saber que tú quizás no me amas, duele, pero estar a tu lado se siente tan bien cómo estar sentada en un campo de flores en medio de una tormenta.

𝐁𝐀𝐃 𝐇𝐀𝐁𝐈𝐓 | 𝐌𝐀𝐃𝐄𝐋𝐄𝐈𝐍𝐄 𝐌𝐂𝐆𝐑𝐀𝐖Donde viven las historias. Descúbrelo ahora