𝙎𝙐𝙈𝙈𝙀𝙍 𝙇𝙀𝘽𝙇𝘼𝙉𝘾 tiene el mal hábito de mirarla con ojos de amor, de amarla más que como se ama ella misma. Tiene el mal hábito de quererla sabiendo que ella no la mira de la misma forma y saber que aún así seguirá guardandole un gran lug...
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Summer ama de una manera inmensa, está dispuesta a destruirse a si misma, si es que se trata de amar. Está dispuesta a morir con tal de amar a aquella persona y demostrarle que así es.
Porque ella siempre quiso que la amen.
Summer es una chica de pocas palabras, ama escuchar música, leer y tocar el piano. Jamás ha sentido la necesidad de ser enormemente social, pues siempre ha pensado que es mejor estar solo que mal acompañado. La gente la describiría cómo una chica tranquila y respetuosa al momento de hablar, una chica especialmente hermosa.
Summer está enamorada de la vida.
Resulta irónico cuando un nombre es remplazado por la palabra "vida".
La vida de la que está enamorada tiene nombre.
Summer ama los pequeños detalles y siempre trata de verle el lado bueno a las cosas, jamás se ha permitido ser atormentada por nada ni por nadie, ni siquiera por ella misma. Se tienen bastante respeto, tanto cómo el respeto que le tiene a los demás. Summer se ha enseñado a si misma a amarse tal y cómo es, aún con defectos, ya que nadie en la vida tiene la oportunidad de ser perfecto.
Summer no sabía que la perfección tenía nombre.
MADELEINE MCGRAW es quien la hizo creer en el destino. Madeleine llegó a su vida como una gran coincidencia, sin saber que sería la persona que más amaría. Summer jamás imaginó amar tanto a alguien como ama a Madeleine.
Madeleine y Summer se conocieron en el jardín de niños, un día nevado, donde Summer había tomado un pequeño resfriado durante el trayecto de la clase. La pequeña Madeleine siempre la miraba de reojo, en una pequeña crisis de si ir a preguntarle si estaba bien, o simplemente guardar silencio en su lugar y no ser regañada por la maestra.
La hora del descanso llegó.
Summer salió del salón de clases mientras sus ojos se encontraban un poco llorosos y su nariz estaba completamente roja.
Madeleine salió detrás de ella lo más rápido que pudo y la alcanzó, le tocó sutilmente el hombro con su dedo índice. Summer volteó a verla un tanto atareada y con confusión, Madeleine la miró con una pequeña sonrisa.
— Oh, hola Madeleine. ¿Necesitas algo? — empezó a hablar Summer con un hilo de voz.
— No, ¿tú necesitas algo? Sé que te sientes mal — contestó con una pequeña preocupación en su tono.
