Bianca

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Termino mi desayuno y miro con pesar el batido, del que no he probado ni una gota, desde el comedor puedo ver un coche que reconozco al momento derrapar en la entrada. Pocos segundos después abre la puerta principal y viene directa hacia mí.

-Regina, el trabajo está hecho- dice Zia acercándose a mí y asiento con la cabeza complacida por sus palabras.

- ¿Quieres desayunar algo? - le pregunto- Puedo pedir que te preparen algo.

- No gracias- niega con la cabeza y frunce el ceño mirando mi vaso- ¿Qué es eso? - pregunta haciendo una mueca de asco viendo el color de mi batido.

-Tengo que recuperar los kilos que perdí mientras estuve presa y Gio y Antonella se han propuesto conseguirlo.- digo encogiéndome de hombros

- ¿Quieres que te traiga una hamburguesa? - me pregunta mirándome apenada.

-Trae varias.

- ¡No! - grita Gio sorprendiéndonos cuando entra al comedor- Eso no te ayudará Bianca, esto es comida sana que te ayudará a que recuperes tu peso original en cambio una hamburguesa grasienta solo hará que no puedas mover el culo en los entrenamientos.

Ruedo los ojos y asiento dándole la razón, es demasiado temprano para ponerme a discutir.

- ¿Está todo listo para salir? - le pregunto a Gio levantándome de la silla.

-Sí, está todo en los coches.

- ¿Os vais? - pregunta Zia mirándome.

-Sí, vamos a hacerle una visita a uno que se aprovechó de mi ausencia para traficar en mi territorio- digo cogiendo el arnés del perchero para colocármelo con las Berettas.

-Eso suena divertido, ¿puedo ir?

-Vale, pero tu coche se queda, iremos en los todoterrenos, no quiero llamar la atención con un Ferrari rosa chillón-digo y ella hace una mueca, pero asiente.

Mis hombres se suben a los coches y salen del recinto protegiéndonos a Gio, Zia y a mí que vamos en el medio de la comitiva rodeados por las furgonetas blindadas.

Media hora después llegamos a un polígono que nunca vi funcionando, está todo abandonado y es perfecto para esconderse de la ley. Nos bajamos del coche y compruebo mis pistolas mientras inspecciono el sitio.

Aparentemente parece un simple almacén medio derruido, pero están ahí escondidos.

- ¿Cuántos hay? - pregunto mirando a uno de mis hombres.

-Hemos contado quince- me contesta y asiento con la cabeza.

-Rodeadlo, a mi orden atacaremos - digo y todos comienzan a moverse para obedecer mis órdenes.

Cuando estamos todos colocados Gio y yo nos acercamos, pegamos la espalda a la pared y a la vez pateamos la puerta con fuerza consiguiendo tirarla al suelo. Comienzan a dispararnos y pocos segundos después se escuchan más disparos acompañados de gritos. Para el tiroteo y me asomo sonriendo al ver cómo mis hombres los han matado a todos.

-Revisadlo todo, si hay alguien más matadlo- digo y Zia se limpia la sangre de la cara después de guardar su arma.

-Iré a ver la planta de arriba- dice y asiento entrando a una habitación.

Después de buscar entre papeles inservibles por fin encuentro algo que me sirve, una entrega la semana que viene de la que me voy a apropiar. Se escucha un llanto desde el piso de arriba y salgo corriendo con la pistola en mi mano seguida de Gio.

- ¿Esa es Zia? - pregunta extrañado y subimos las escaleras.

Le quito el seguro a la Beretta y nos acercamos a la habitación de donde proviene el llanto, entro y frunzo el ceño al ver un bebé en manos de Zia.

- ¿Qué cojones? - pregunto confundida guardando la pistola.

-Empezó a llorar cuando lo cogí, creo que no le caigo bien- dice Zia haciendo una mueca.

En la habitación solo hay una cuna cutre de madera con una manta asquerosa, Gio coge al bebé de los brazos de Zia consiguiendo que llore más fuerte.

-Déjalo donde estaba- le digo y él me hace caso, se calla cuando vuelve a su cuna y me mira tan fijamente que me incomoda. Sus ojos son negros, como los de él...

-Lo raro es que no haya llorado con los disparos- dice Zia tratando de acariciarlo, pero el vuelve a llorar.

- ¿Había alguien? - pregunto y ella niega con la cabeza.

-Estaba él solo.

- ¿Cuánto tiempo tendrá? - pregunta Gio mirándolo apenado.

- ¿Qué más da? Llama a la policía desde alguna cabina de teléfono y di que te lo has encontrado- digo y el niño llora más fuerte cuando me acerco a la salida.

-Espera regina- dice Zia y lo coge en brazos para extendérmelo.

-No pienso coger a eso- digo haciendo una mueca viendo como el niño extiende las manos para que le coja.

Zia me lo da y bufo cogiéndolo, lo miro asqueada y él se ríe provocando las carcajadas de mis acompañantes.

-Te queda muy bien- dice Gio y lo miro elevando una ceja.

- ¿Estás de coña? Ya tengo demasiado que hacer como para que ahora queráis encasquetarme un bebé- digo dejándolo en su cuna y el vuelve a llorar.

-Le caes bien ¿nunca pensaste en herederos? - pregunta Zia sonriendo de lado y niego con la cabeza.

-No me gustan los niños, por eso me quité el útero- digo y hago una mueca al ser insoportable para mis oídos los gritos que da.

-Cógelo de nuevo para que se calle por lo menos- dice Gio tapándose las orejas con las manos.

Zia me lo da de nuevo y él se calla apoyando la cabeza en mi pecho, suspiro viéndolo. No quise tener niños porque la infancia que yo tuve, no fue fácil y no es justo condenar a un bebé a pasar por lo mismo.

-¿Por qué no lo llevas a la mansión? Que pase esta noche con nosotros- dice Gio tratando de convencerme- Si quieres mañana lo llevaré a un orfanato.

-Orfanato no, búscale una familia que esté fuera de este mundo, que sean buenas personas y que lo traten bien- digo viéndolo quedarse dormido sobre mí.

-A tus órdenes regina- dice sonriendo de lado.

Salimos de ese sitio y me subo en el coche con el bebé aún dormido sobre mí, no sé de donde habrá salido pero no me quiero ni imaginar cómo ha acabado con esa gentuza. El día que decidí que la mafia acabaría conmigo mi padre me apoyó, el apellido Martinelli siempre fue símbolo de superioridad y a medida que pasaron los años mataron a nuestros familiares dejándonos solos a mi padre y a mí.

Yo lo que quiero es dejar el apellido aún más alto de lo que está y por eso no quiero dejar la mafia aún, pero tampoco quiero que si tengo un niño le obliguen a seguir su legado.

Llegamos a la mansión y me siento en el sofá con él, se despierta y empieza a enredar su mano en mi pelo.

-Dovremo fare un controllo, no? - le pregunto y el mueve la cabeza hacia la derecha como si me entendiese.

(Dovremo fare un controllo, no?, Tendremos que hacerte una revisión ¿no? )

- ¿Quieres que lo llame? - pregunta Gio y hago una mueca antes de asentir con la cabeza.

- ¿Quieres que lo llame? - pregunta Gio y hago una mueca antes de asentir con la cabeza

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I re della mafia (U.C.C #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora