CAPITULO XVIII: "El amor de Samael"

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(Les recomiendo escuchar la canción mientras leen)

Narrador omnisciente

El ángel llamado Samael se encontraba viendo la creación de su soberano, admirando cada detalle.

-- ¡Samael! -- Lo llamo otro ángel.

-- ¿Qué pasa Miguel?

-- El creador, ha hecho otra obra maestra, es casi como nosotros.

-- Llévame con ella.

-- Ahora no puedo, ella será la nueva Muerte.

-- ¿Como que nueva? Si él la creo debe de haber sido con otro fin.

-- No Samael, te lo digo, ella fue creada con el propósito de sustituir a Muerte. Se llama Azrael, pero por alguna razón los Eternos la están llamando ___.

Samael frunció el ceño ante su desinformación, como era que el creador no le había informado de su presencia, tal vez, porque era una sorpresa especial para él.

El ángel esperó pacientemente a que la nueva Muerte por fin estuviese sola, una vez que los Eternos la dejaron ir a lo que ahora sería su reino, Samael se acercó.

Narra Muerte.

Me encontraba viendo cada detalle del lugar, sin importar cuánto caminase el terreno no tenía fin, tal parecía que era infinito, pensaba en que hacer para que este lugar no se viera tan triste, y que las almas pudiera ver un hermoso lugar al finalizar su vida mortal, estaba tan inmersa en mis pensamientos que cuando sentí una presencia tras de mí sin previo aviso me sobresalte.

-- Hola. -- Me saludo una figura de porte imponente, pero con una voz tan suave y delicada, no sabía si mirarlo como enemigo o como amigo. -- No te asustes, no vengo a hacerte daño.

Me relajé un poco, esto era nuevo para mí.

-- Ammm, hola. -- Mi nerviosismo era evidente, no solo por la falta de conocimiento respecto al individuo frente a mí, fue también por su innegable belleza.

-- Mi nombre es Samael.

-- Yo soy Muerte, pero puedes decirme ___.

-- Mmm ese no es un nombre muy bonito, que te parece si te digo Azrael. -- Su mirada estaba puesta en mí, parecía no tener la intención de desviarla, aun cuando tenía que doblar su cuello por la diferencia de estatura.

-- Mi nombre es cualquiera que decidas. -- Con esa expresión en su cara no puede negarme a que me nombrara Azrael, y tampoco era un nombre feo.

-- Yo solo te llamaré mía, no me importaria perderel tiempo contigo.  -- Pensó. -- Y dime Azrael, ¿Dónde están tus alas?

-- ¿Tengo alas? Yo que sepa no tengo.

-- Todo ángel las tiene. -- Empezó a examinarme, era un poco incómodo. -- Aquí están.

-- Qué raro, los demás no tienen alas.

-- Porque tú no eres como ellos, eres como yo. -- Toco mi espalda, las alas que no había sentido anteriormente ahora las sentía. -- ¿Puedes desplegarlas?

Sin tener algún conocimiento o experiencia sobre ellas las abrí con facilidad, como si supiese lo que hacía, al voltear para atrás mis alas no eran blancas como las de él, además pesaban en mi espalda.

-- ¿Por qué si soy como tú no me parezco?

-- Puede que no seas como yo, pero tienes una belleza que pocos podrían reconocer, no eres como yo por que tu aspecto demuestra tu oficio. -- Me consoló.

𝕻𝖔𝖘𝖙 𝖒𝖔𝖗𝖙𝖊𝖒 𝖎𝖓𝖙𝖗𝖆𝖇𝖎𝖘 𝖎𝖓 𝖗𝖊𝖌𝖓𝖚𝖒 𝖒𝖊𝖚𝖒 || The SandmanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora