CAPÍTULO XXXI: "Demasiado tarde"

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Narra Muerte

¿Cuánto a pasado desde que estoy aquí? ¿Cómo estará mi reino? ¿Sueño sabrá de mi desaparición?

Lo extraño, siento que me desvanezco lentamente, que caigo al abismo sin nadie que recuerde mi nombre.

Necesito verlo.

Lucifer me ha mantenido encerrada, como si fuese un animal salvaje, mantiene mis alas como trofeo en su trono, y constantemente dice lo mucho que me ama... si me amara no me tendría enjaulada.

Lo único que me mantiene consciente es recordarlo a él.

FLASHBACK

Paseaba por mi gran campo de flores, apreciaba cada aroma y color que caracterizaba a cada una de ellas.

-- Luciérnaga. -- Escuché la voz de sueño.

-- Sueño. -- Hablé apagada.

-- ¿Qué sucede? -- Mostró una cara confundida ante mi tono.

-- Nada, solo pienso.

-- ¿A si? -- Me miró tratando de descifrar lo que había en mi cabeza.

-- ¿Crees que soy mala?

-- ¿Por qué lo preguntas?

-- Tuve que recoger el alma de una madre que murió en el parto, me dijo que debía ser terrible como para arrancarle a un bebé a su madre sin haber podido conocerla.

-- Bueno, así son los humanos.

-- El problema es que jamás me había importado lo que me dijeran, ¿por qué ahora me puede tanto?

Sabía el porqué, me había enterado de que Caliope había quedado embarazada de Sueño, y no me dolía eso, me dolía que por un momento pensé en arrancar ese bebe de su vientre.

-- No eres mal, eres la mujer más maravillosa que he conocido.

-- Si Caliope te escuchara.

-- Si Caliope me escuchara, no importaría que me abofeteara por decirlo, porque lo diría una y mil veces. -- Juntos nuestras frentes.

Como alguien puede ser tan cariñoso con una persona y aun así no sentir nada, sabía que no lo hacía a propósito, pero así como me reconfortaba con sus palabras me lastimaba con su desentendimiento.

-- Y si te arrebatará lo que tú más amas.

-- No podría culparte mi bella luz, no es culpa que esa sea tu tarea en este universo catastrófico.

-- Prométeme que siempre pensaras así, sin importar qué.

-- Lo prometo.

Fin del Flashback

Después de tanto y de todo él jamás me vio como la mala del cuento, de haberlo hecho no me hubiera perdonado el haberle mentido, él cometió errores, pero yo también.

No es su culpa que esté sucediendo esto, es mía, mi terquedad e insistencia provocaron esto. Sabía que no estaba listo y aun así intente una y otra vez que me dijera lo que realmente quería. Ahora era demasiado tarde para arrepentimientos.

Unos golpes un tanto agresivos se escucharon por la habitación.

-- Mi bello ángel, te tengo una sorpresa, sé que hemos tenido nuestras diferencias, pero estoy seguro de que esto te encantará. -- Lo único que asomaba era su cabeza, escuchaba quejidos tras la puerta.

-- ¿Me has traído a Britania?, si no es eso no quiero verte. -- Mi voz se escuchaba fría-.

El resultado de "apagar" tus emociones era completamente inexpresiva, sin embargo, nadie mencionó que tus emociones y sentimientos solo se encerraban en tu cabeza. Quería llorar, gritar y golpear a todo aquel que se atreviera a mirarme, solo por enojo. Pero mi total indiferencia gobernaba mi cuerpo, eso y otras cosas que considero negativas.

-- No, mi bella Azrael, además ya te dije que Britania solo seguía órdenes, deberías verla en estos momentos, tan asustada. -- Sonrió. -- Es muy divertido verla.

-- Entonces a que has venido.

-- Te tengo algo muchísimas veces mejor, ¿qué es aquello que más deseas?.

-- Tenerte bajo mis pies con tu cabeza incrustada en una lanza.

-- Tan encantadora como siempre.

-- Déjate de juegos, ¿qué quieres?.

-- Tú sabes que me encantan los juegos. -- Su sola presencia era exasperante. -- Juega conmigo, solo esta vez.

-- ¿Tengo otra opción?

-- Bueno, adivina lo que tengo en mis manos.

-- Tu espada.

-- No, viste de negro.

-- Alguno de tus sirvientes.

-- Segunda pista, es muy débil.

- Si te atreviste a traer alguna alma, te juro qué.

-- Tercera pista, es muy estúpido.

Estaba dejando de entender, no tenía ni idea de que me estaba hablando.

-- Cuarta pista, lo utilicé para atraparte.

-- ¿La obscuridad? -- En este punto mis respuestas eran dudosas, ya no sabía qué contestar.

-- Por favor Azrael, creí que eras más lista.

-- Ya, la siguiente pista.

-- Preferiste pluma de cuervo a pluma angelical.

No podía ser lo que estoy pasando, ¿Verdad? Ni siquiera salían las palabras de mi boca.

-- Sexta pista. -- Su mirada se oscureció. -- Decidiste revolcarte con el, cual vil prostituta.

-- Lucifer, si te atreves a traer a Sueño.

-- Ding Ding Ding, ganaste el premio mayor. -- Abrió la puerta bruscamente.

No sabía cómo reaccionar, frente a mí estaba Lucifer, tenía sujetado del cabello a Sueño quien tenía varias heridas por toda su cara, se veía débil, por dentro me estaba destrozado esa imagen, pero por fuera sé que solo hay indiferencia.

Sueño levantó la vista y abrió sus ojos.

-- Estás bien. -- Su voz, que era de por sí susurrante, se escuchaba ronca y más baja de lo normal.

-- Estúpido, ¿por qué viniste?

-- Te dije que siempre estaría contigo, aun si eso signifique correr al mismo infierno.

-- Fue muy tonto de su parte, no es así ____. Creo que ni aun así entiende en la poción que está.

-- Ya no tengo nada que ver con él, llévatelo.

-- Oh, no, no, no, no, querida Muerte, verás, hace eones paso, algo que debes recordar muy bien. Te extendí la mano, te ofrecí compañía, te ofrecí todo lo que pudieras desear. -- Me miró con esos ojos que había visto por primera vez hace muchísimo tiempo. -- Pero tú decidiste traicionarme y desterrarme de algo que también me pertenecía. No sabes lo doloroso que fue sentir como mis alas se quemaban, ver como mis hermanos gritaban e imploraban por perdón. Fui el primero en entender por lo que realmente fuimos creados, por el capricho de un dios que lo único que quiere es tener todo bajo su control, pintándolo todo de una manera tan distinta "libre albedrío" si claro, aun después de todo él sigue controlando cada movimiento y jugada. Y creí que tú también lo entenderías.

Mi indiferencia comenzaba a ceder y mi miedo florecía, no porque me hiciera daño a mí, sino porque se lo hiciera a él.

-- Pero te negaste a ver lo que estaba frentes a ti, y ¿por qué? Por un estúpido sentimiento como el amor. -- Desenvaino su espada. -- Espere tanto tiempo por este momento, y por fin lo tengo, en la palma de mi mano y pronto en la punta de mi espada.

Mi rabia y miedo empezaron a romper las paredes que el estúpido Lucifer había puesto para poder controlarme.

Él alzó la espada y con todo el coraje del mundo se dispuso a guiarla hacia su objetivo. 

𝕻𝖔𝖘𝖙 𝖒𝖔𝖗𝖙𝖊𝖒 𝖎𝖓𝖙𝖗𝖆𝖇𝖎𝖘 𝖎𝖓 𝖗𝖊𝖌𝖓𝖚𝖒 𝖒𝖊𝖚𝖒 || The SandmanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora