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Era una mañana bastante tranquila. Akutagawa abrazaba con cariño a su joven esposo siendo correspondido. El frío los hacía querer sentir el calor del contrario y permanecer así durante todo el día.

— Buenos días, amor. ¿Dormiste bien?

Saludó el azabache, con un tono de voz que a sus oídos, sonaba tan cursi, pero necesario para Atsushi.

El albino se sonrojó al instante. El hecho de estar en los brazos de la persona que tanto amaba, y que lo llamara "amor", aceleraba sus latidos. Estaba nervioso ahora.

— Dormí muy bien... Gracias por abrazarme y darme calor, Ryū.

Respondió tímido, esbozando una sonrisa. Fue en ese momento cuando Akutagawa besó con ternura su frente, sorprendiéndolo de nuevo.

— Quiero ser el mejor esposo y padre para tí y para Haruo, Jinko. Quiero decir, Atsushi MI JINKO.

— S-Siempre lo has sido, Ryū... Soy yo quien aún no se atreve a dar más pasos hacia adelante en la relación.

— Eres tímido, pero te amo. Por eso, estoy dispuesto a esperar todo el tiempo que tú necesites para mejorar nuestra relación de casados.

— ¡Gracias, eres único, el mejor!

Las voces de sus padres despertaron al pequeño azabache que dormía en una cuna al lado. El bebé comenzó a llorar, mientras agitaba sus bracitos y piernas, buscando a al menos uno de sus padres.

Atsushi suspiró. Haruo estuvo llorando toda la noche y él se hizo cargo, estaba agotado, y bastante cómodo en la cama en los brazos de su persona amada.

— Haruo despertó temprano hoy... Creí que dormiría más. Él estuvo incómodo toda la noche.

Comentó con decepción. Iba a levantarse, cuando el mafioso se apresuró primero para ir por Haruo.

— Iré yo, Atsu. Haruo también es mi responsabilidad.

Tomó al bebé en brazos, para posteriormente arrullarlo con intenciones de calmar su llanto. Haruo había disminuido un poco la intensidad, pero no perdía de vista a Atsushi. Quería estar con él. El chico tigre era quien pasaba la mayor parte del día junto a él y lo cuidaba en ausencia de Akutagawa, cuando iba a su trabajo.

— Haruo, tranquilo. Papi está aquí, no te dejaré solo, ni a tí ni a Atsu. No debes temerle a nada. Yo los cuido a los dos.

Daba delicadas palmadas en la espalda del niño, quien ya había parado de llorar, y sólo lamía una de sus manitas.

— ¡Ryū! Haruo está lamiendo su mano... ¡No debería!

El albino se levantó de inmediato para alejar las posibles bacterias que el bebé podría estar ingiriendo. Kunikida le había hablado mucho de eso en la agencia, y él no quería que su pequeño enfermara.

— Yo comía tierra y no me morí.

Exclamó Akutagawa.

— También yo, pero... Kunikida-san dijo que los bebés de ahora son más delicados.

Puso guantes en las manos de Haruo. Sabía que el niño no intentaba lamerse al tener guantes puestos.

— Atsu, ¿cómo acostumbrarás a Haruo? Me refiero a tu llamado. ¿Quieres que te llame "papá", "papi" o "mamá"? Es extraño pero, tú le diste la vida. Pero eres un chico.

— Es una buena pregunta... Dazai-san dijo que "mamá" o "mami" sonaba bien, aunque creo que podría ser incómodo...

Hubo un silencio de segundos, después de que Akutagawa recibiera un misterioso mensaje en su teléfono celular.

— ¿Ryū? ¿Sucede algo?

El azabache no respondió nada de inmediato; abrazó a Atsushi, dejando al bebé en medio de ambos, unido al inesperado abrazo familiar.

— ¿Es algo malo, verdad? Lo presiento...

— Sólo una misión como cualquier otra. La ganaré, Atsu. Todos en la Port Mafia confían en nuestras habilidades.

— P-Puedo ir yo también... Rashōmon y el tigre Lunar funcionan bien juntas y...

— No hemos encontrado manera de evitar embarazos con la fusión. No quiero que salgas lastimado, ni te quiero ver sufrir al dar a luz a otro bebé. Supe lo doloroso que fue para tí. Sólo quédate tranquilo, cuidando de Haruo. Volveremos a estar juntos.

El mal presentimiento no se iba, estaba ahí, latente. Atsushi derramaba lágrimas en uno de los hombros del mayor, mientras seguían abrazados.

— Vuelve pronto, Ryū.

— Es una promesa.

BEBÉ DE HABILIDADES [SHIN SOUKOKU]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora