Flufftober 2022: Saint Seiya Shipps

Día 5: Vida doméstica

Shipp: Shiryu x Shunrei

Universo del manga, tomando en cuenta la cronología de Next Dimension.// Headcanon

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Ahora que las guerras santas habían terminado y la paz reinaba en el mundo. Después de haber enfrentado a Poseidón y Hades, haber logrado salvar a Seiya al viajar en el tiempo y haber sido promovidos a santos de oro, finalmente tenían la oportunidad de tener lo que hace apenas un par de años consideraban un sueño: tener vidas normales.

Cada uno había tomado un camino diferente: Seiya se había reencontrado con su hermana y habían decidido quedarse en Grecia, trabajando para el hombre que acogió a Seika por tantos años.

Shun volvió a Japón, dónde decidió establecerse y comenzar la universidad en la facultad de medicina.

Ikki había decidido aceptar la misión de ser el nuevo custodio de la Isla de la reina muerte y de la armadura de fénix, esperando a su próximo sucesor, y a la vez, tratar de darles una oportunidad de redención a los jóvenes perdidos como los que conoció ahí hace un tiempo atrás, que llegasen a ese lugar y convertirlos en guerreros honorables.

Hyoga había decidido volver a Siberia, al pueblo donde creció y era reconocido como un héroe local, para poder proteger la tierra que lo vió convertirse en un guerrero, y también poder entrenar a futuras generaciones.

Y Shiryu había decidido volver al lugar que lo vió forjar su carácter y su fuerza, dónde pasó tantos años de su vida, y dónde conoció a su querido maestro y más importante, a la mujer con la que había decidido formar una familia.

Todos seguían siendo santos, ahora dorados, de Athena, y como tal, ante cualquier amenaza o llamado de su diosa, estarían listos para acudir de inmediato, pero mientras la paz reinaba, eran libres de hacer con su vida lo que mejor les pareciera.

Quizás Shiryu era quién más se había alejado de su papel como guerrero, volviéndose un hombre de familia, adoptando junto a Shunrei a un pequeño bebé que la jóven encontró abandonado cerca de la cascada. Ambos sabían lo que era ser huérfano, pero también que el amor podía venir de cualquier lado sin necesidad de vínculos sanguíneos, y ellos estaban dispuestos a ser los padres que ese niño necesitaba.

Seis años habían pasado desde que cada uno hiciera su elección. Cada uno había tomado caminos diferentes, pero ninguno se arrepentía de lo que había elegido.

- ¡Papá!- Exclamó emocionado un pequeño de seis años, corriendo hacía su padre al verlo volver a casa del trabajo.

- ¡Hola, Shōryu!- Sonrió el azabache, alzando al pequeño en brazos.- ¿Cómo estuvo tu día en la escuela, pequeño?

- Bien.- Sonrió el niño.- Mi maestra dice que leo muy bien, y tengo letra bonita. Y en educación física fuí el más rápido.

Mientras el niño le contaba emocionado todo lo que había hecho durante el día, ambos fueron hasta la casa dónde ya los esperaba Shunrei, con la cena servida.

- ¿Qué tal el trabajo?- Preguntó la azabache, yendo a recibir al joven nipón, quién le dió un abrazo y un pequeño beso.

- Todo bien.- Le sonrió a su querida esposa.- ¿Cómo estuvo todo por aquí?

- Bien. Shōryu me ayuda en todo lo que puede.- Respondió con una sonrisa la jóven.

Los tres se sentaron a la mesa, comenzando la cena, mientras compartían lo más importante de su día. Al finalizar, padre e hijo se encargaron de recoger la mesa, mientras Shunrei se encargaba de lavar los platos.

Y mientras ella se encargaba de acomodar los platos y demás utensilios en su lugar, Shiryu se encargó de darle un baño a Shōryu, colocarle la pijama y arroparlo.

Shunrei no tardó en alcanzarlos para desearle buenas noches a su hijo, y besarle la frente.

- Los quiero mucho.- Dijo el pequeño con una sonrisa, para después caer profundamente dormido.

- Y nosotros a tí, pequeño.- Sonrió Shiryu, peinando los cabellos de su hijo, para después retirarse al lado de su esposa, dejándolo descansar.