Capitulo 24:El principio del fin

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—Aun no entiendo porque te maquillas—Trataba de quitar la base con su dedo de la cara del peli-negro— No me gusta que te maquilles—Se levanto de la cama y fue por un trapo húmedo.

Era la habitación de invitados que tenía la casa, solo había una cama, una mesa de noche que tenía una lámpara.

Sus manos estaban amarradas, su boca estaba amordazada and Dazai lo había dejado en la cama.

Se arrastró para el border, tal vez podría agarrar algo de utilidad en los cajones. Tocó el borde y sintió algo metálico.

—¿A dónde vas? Todavía no hemos hablado—El castaño lo coloco de nuevo en medio de la cama y con el trapo húmedo le empezo a quitar el maquillaje— Fue algo difícil encontrarte ¿Sabes? Habían muchas posibilidades de dónde te pudiste haber ido, pero con los contactos correctos todo es fácil—Hablaba con tranquilidad—Pero el tiempo que pase sin ti fue muy difícil...  Pero lo importante es que ya estamos juntos nuevamente y está vez no nos separaremos—Aun quitaba la base que estaba en el rostro, cuello y algo en las manos—Me sorprende que hayas logrado que se vea tan natural pero igual no me gusta. Me gusta es tu tono pálido.

Parecía un hombre arreglando su muñeca, quitándole imperfecciones y cosas que no eran de su agrado.

—¿Te digo algo? Compré la casa en el bosque que te había dicho...—Informo con una sonrisa—Me gustaría que la disfrutarás de un inicio, pero cuando lleguemos allá serás castigado, es una pena pero es necesario—Dijo que si hablara de cosas triviales—Además, los ojos marrones no te quedan, tus ojos naturales te resaltan más. Unos meses más y podrás tener el cabello igual de largo que antes y podrás a volver a ser perfecto—Acariciaba el pelo color negro—Supongo que no puedo dejar tu actitud como esta, necesitas ser moldeado para que esto no vuelva a pasar—Agarro el mentón del contrario—Asi que escúchame muy bien pequeña perra, ya no será como antes, por cada cosa que hagas que me desagrade, no importa que tan pequeño sea serás castigado severamente por eso—Apretó su agarre hasta que la piel del mayor de volvía roja en signo de irritación—¿Has entendido?

El solo no hizo ningún movimiento o sonido. Lo cual fue una mala decisión.

Un sonido se escuchó en la habitación y un ardor en su mejilla apareció.

Tenía que hacer algo. Esto no podía seguir. Y muchos menos podía volver completamente a las garras del castaño. Claro que no.

Solo había una manera de acabar está mierda.

Uno de los dos moriría y en realidad ya no le importaba cual fuera.

—¡Te pregunté algo!—Desato la mordaza de su boca.

—¡No voy a escuchar nada de lo que salga de tu estúpida boca! ¡Eres un puto desquiciado!

—Vuelve a repetir eso y lo pasarás muy feo.

—Eres un puto desquiciado—Repitió desafiante.

—Oooohh, no sabes en lo que te estás metiendo.

—Claro que lo sé, vamos anda, mátame, tortura me , nunca vas a lograr que sienta algo por ti—Sabia en donde se estaba parando, claro que lo sabía.

Pero prefería la muerte que ser el juguete de Dazai.

No importa lo que dejaba atrás. Iba a acabar con esto, eso lo tenía más que claro.

Espero otro cachetada o un golpe. Pero no recibió nada.

Solo el castaño mirando hacia la nada.

—¿Que pasa? ¿Vas a llorar? ¿Cómo cuando a un niño no le dan su capricho? Vamos, Dazai, te creía mejor que eso ¿Vas a lloriquear?—El castaño no decía nada, estaba cavando su propia tumba y eso era lo que estaba buscando—Estás en un agujero tan profundo que lo único que te queda es arrastrarme contigo para ese lugar para no estar solo en tu patética miseria.

Solo escucho una carcajada y el menor lo miro a los ojos con un brillo en ellos, con una sonrisa psicópata y ojos rojos.

—¿No eres ni capaz de llorar? Eso te hace más patético de lo que pensaba.

—No es eso, ratita, claro que no es eso—Dijo aún riendo—No sabes las ganas que me han dado de verte llorar hasta que no puedas mas y supliques que me detenga.

Mierda.

Mierda.

Mierda.

¡Mierda!

—Te arrastrare  a el infierno conmigo—Prometió tocando los labios del pelí-negro.

—¿En serio?—Pregunto con una sonrisa. Iba a matar a alguno de ellos dos. No importa si se suicidara o matara a el contrario.

Volteo a el castaño y lo hizo golpearse con el borde de la cama. Apesar que sus manos estaban atadas trato de moverse lo más rápido posible. Agarro la lámpara en las mesa de noche y se la tiró lo más fuerte que pudo.

—¡Ah! ¡Eres...!—Se sobo en la cabeza—Cuando te atrapé vas a desear no haber nacido—Advirtio.

Corrió para la cocina, necesitaba un cuchillo, lo necesitaba urgente. Tanto para desatarse y defenderse.

“¿Adivina quién ya se recuperó?”

Agarró el cuchillo y lo movía como podía contra las cuerdas.

—Rapido—Susurro. Las cuerdas se soltaron.

—¿Ya te liberaste? Eres bastante eficiente cuando te lo propones.

—¿Verdad?

—No hagas las cosas más difíciles para los dos—Se acercaba a el pelí-negro.

—¿Y dejar que hagas lo que quieras conmigo? No Gracias—Apuntaba a el castaño con el cuchillo mientras retrocedía.

Choco con algo en el piso. Desvió su mirada momentáneamente y vio el cuerpo de Elena tirado.

Era su culpa. Su culpa de que encontrará su final tan pronto. Quería llorar, en serio quería hacerlo...

Pero ahora no era tiempo de luto.

Volvió su mirada a el castaño.

¿En qué momento su vida se había convertido en esto?

Tenía un cuchillo en las manos mientras pensaba en asesinar a alguien.

El resto de su vida será hermosa si no estaba muerto para mañana.

El sabía que en realidad la vida puede ser hermosa. Y rezaba todos los días para que fuera así. Que todo cambiara.

Pero al parecer para el no podría ser hermosa.

Veía al alrededor, rutas de escape o por dónde podría atacar.

El castaño se acercó más a el y trato de quitarle el cuchillo.

Un forcejeo empezó en la cocina.

¿Por qué hago esto?

¿Por qué simplemente no se suicido cuando tuvo la oportunidad?

¿Por qué la vida lo odiaba?

¿Por qué había empezado a llorar todos los días cuando se acostaba y hasta quedarse dormido?

Necesitaba a alguien que lo ayude a salir de esto.

Algo.

Solo pedía algo.

Una señale.

El castaño lo había tumbado a el suelo colocándolo en desventaja

No se iba a rendir, claro que no lo haría.

Está mierda se acababa hoy y no importa como fuera.

Le importaba una mierda si acababa en el infierno. Quería que esto acabará, era lo único que quería. Y lo iba hacer hoy.

“Adivina quien tiene ventaja”

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