Capítulo 18.

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- Calma en el paraíso-

Asustada miraba a sus alrededores, el exterior de la casa de por si ya se miraba fúnebre y sabía que el interior era aún peor. Se escucho un estruendo en el jardín de la mansion, y ella con temor se adentro a esta.

Comenzó a vagar por los oscuros pasillos del lugar, pero todo estaba completamente vacío, no estaba la servidumbre y ni siquiera lo estaban sus "familiares ". A lo lejos del pasillo vio una luz encendida en una de las habitaciones,  dentro de ella se escuchaba una voz tarareando una canción.

La chica creía reconocer aquella voz femenina, se acercó para comprobar sus sospechas, y al estar parada en el umbral de la puerta noto a una mujer rubia de espaldas meciendo una cuna. Ese cabello era irreconocible,  era su madre.

Ella no la había conocido, pero conocía su aspecto físico, y su voz por los pocos recuerdos que almaceno de ella. Se acerco temerosa y se asomo por encima del hombro de la mujer, pero deseo no haberlo hecho.

Dentro de la cuna estaba un muñeco de un bebé,  completamente destrozado. La mujer volteo a ver a la albina, y las cuencas de sus ojos estaban vacía. La mujer se sorprendió al verla, y comenzó a llorar sangre en ese instante.

---- Mi querida Belle.. eres tú,  ¿cierto?--. La rubia quiso tocar las mejillas de la joven, pero esta salio corriendo despavorida.

Ahí comenzó su pesadilla, las puertas de las habitaciones se abrían conforme ella pasaba y de cada una salía una persona, difuntos y vivos, personas que llegaron a atormentar la vida de Belle. Los cabeza de familia de cada rama del clan, su madre, los niños de las granjas de producción en masa que fueron cerradas, y el platillo principal... James y Andrew.

Corría para escapar de todos ellos, y todos querían tenerla. Por cada paso que daba recordaba alguna tragedia, la noche que fue abusada, la noche que mataron a su padre y el día en que ella tuvo que matar a Andrew. Comenzó a llorar del miedo, deseando no tener que  ver ninguna de las caras de sus familiares.

Se preguntaba el cuando la vida dejaría de ponerle obstáculos, de cuando ella dejaría de sufrir. ¿Cuándo sería ella feliz?, no lo sabia. Por cada dos cosas malas que le pasaban solo le sucedía una buena,  así como.. Norman.

"Ahora me tienes a mi, no eres tu sola contra el mundo, somos tú y yo.."

Recordó las palabras de Norman. Él tenía razón, ella no estaba sola, y aunque a ella le pasaron un sin fin de cosas, ahora él estaría para protegerla. Recordó el dulce aroma que emanaba el chico cada que estaba cerca de ella y de la tranquilidad que él le daba.

Cuanto anhelaba estar dentro de aquella tranquilidad justo en esos instantes, cuanto deseaba que el la abrazara y que solo fueran ellos dos en un pequeño espacio. De solo recordarlo la hacía cerrar sus ojos.

Se fue tranquilizando poco a poco, recordarlo a él la hacían olvidar las viejas cargas que traía consigo. Por una vez en la vida se sintió liberada, ella alguna vez fue amada por su familia, ellos dieron su vida por la de ella, para que ella siguiera adelante.

Aquella persecución acabo, ya no sentía sus pies sobre la madera y cuando abrió los ojos ella flotaba en el vacío. No estaba sola, a lo lejos encontró  a Ray y Emma en las mismas. Ellos pronto serían libres.

 Ellos pronto serían libres

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¿Minerva..?  [The promised neverland] [Norman]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora