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Gerard se había quedado pensativo casi toda la noche. 

No era algo fuera de lo ordinario, él le había propuesto la cita a Frank, y el castaño claro que no iba a declinar. Sin embargo, no se sentía completamente incómodo, porque de alguna forma lo sacaría de esa rutina que sólo lo ahogaba en el pesar que lo consumía de estar completamente solo en casa. 

Buscó en su clóset unas prendas sencillas, un pantalón algo suelto negro, una camisa café (la cual mantendría fajada), y una gabardina negra ya que había un poco de frío en la ciudad junto a sus tenis de siempre. 

Cassey y Bert siempre le habían dicho que tenía un gran sentido de la moda, y por supuesto. Gracias a Party había descubierto que podía mejorar a través del tiempo en el asunto de sus vestuarios y en la forma tan camaleónica que había tomado, pero cuando sólo era Gerard, no se molestaba por usar marcas o ropas extravagantes. Entonces decidía que en ese momento podía acomodarse con cosas de bazar. 

Frank le había mandado mensajes a eso de las doce del mediodía, preguntándole si quería hacer algo en especial. Que no se preocupara en poner limitantes, ya que él pagaría todo. El pelirrojo soltó una risa porque probablemente el castaño era tan estúpidamente rico que no le interesaba los números. 

Gerard le respondió que no sabía, que le dejaba esa tarea y que lo esperaba en una hora. Se acercó a su espejo para peinarse esa melena que ya estaba un poco más larga, después se puso un poco de maquillaje en los ojos, pero sólo un poco, dejándolo un tanto natural y se puso a tontear en lo que llevaba Iero. 

Quizás estaba un poco mejor después de lo de su madre, o al menos así se engañaba, pero la extrañaba mucho, siempre lo haría. Ya no quería ni siquiera cuidar el hogar que le quedaba porque seguía el aroma de Donna y eso le revolvía el estómago, no tenía ganas de hacer nada en lo absoluto. No había solución, nadie regresaba de la muerte, y a veces se preguntaba cómo podía aguantar todo eso. No sabía de dónde sacaba esa energía, pero una parte dura de él lo obligaba a continuar. 

Cuando menos se lo esperó Frank ya había llegado y estaba tocando la puerta. Metió rápidamente las cosas que necesitaría en los bolsillos y salió topándoselo de frente. Una sonrisa encantadora apareció en el mayor, ahí se dio cuenta que tenía unos colmillos muy bonitos y unos labios finísimos. 

—Hola. 

Traía una gabardina también, pero ésta era café y todo el atuendo debajo era completamente negro. Incluso parecía que se hubiesen puesto de acuerdo. Soltaron otra risa compartida en lo que se encaminaban al automóvil. 

El mayor había llevado a Gerard a dar un paseo, eso dijo que harían como primera parte de la salida. Gerard estuvo de acuerdo con eso, quizás respirar un poco de aire fresco haría que sus pulmones se oxigenaran correctamente. Entonces comenzaron a hablar sobre el tema que a los dos mejor se les daba. 

La música. 

—¿Tienes algún artista o una banda favorita? —inició Frank. 

El pelirrojo veía concentrado en ver por la ventana, pero también atento a la segunda voz. Estar en el auto de Frank que siempre olía riquísimo fácilmente podía convertirse en su lugar favorito, igual porque el asiento era muy suave y bastante espacioso. Sí se sentía muy bien. 

—Eh, no realmente. Antes escuchaba mucho a The Beatles y The Doors con Mikey pero...

Gerard dejó de hablar de repente al escucharse decir el nombre de su hermano y Frank puso más atención todavía. En cambio, el esmeralda que lo había volteado a ver le quitó la mirada de encima e inconscientemente acaricio sus nudillos. Hacía tiempo que no nombraba a su hermano en voz alta con un extraño, tampoco había recordado esa anécdota hasta que el castaño le mencionó algo de su trabajo y una de sus bandas favoritas. 

I'm (not) okayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora