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A pesar de sentirse realmente mal tenía que continuar con su vida. 

Terminó su café y puso los trastos sucios en el lavabo. Se había levantado más temprano de lo usual porque realmente no había dormido mucho y había avanzado con algunas cosas por hacer en la casa. Había hecho aseo, había tratado de leer un poco para distraerse y había escrito algunas cosas que tenía en mente, para canalizar el dolor como Cassey le había dicho. 

Cuando terminó se dio cuenta que faltaba poco para medio día, quizás había aprovechado bien su tiempo, quizás no, pero de lo que estaba seguro era de que se sentía jodido.

Muy jodido.

Cada día pensaba en su madre, en que si se hubiese esforzado o la hubiese llevado a tiempo al doctor pudo haber evitado todo eso; buscaba un culpable y al final todo caía en él. Pero recordaba las palabras del castaño, de Ryan, diciéndole que nada era su culpa y que de alguna forma, el destino que cada uno era completamente distinto. 

***

Se vistió con algo sencillo para esta noche, no quería llamar la atención y decidió usar algo negro porque se encontraba de luto. Aún así salió con una gabardina larga y un bolso colgando de un hombro. El cabello ya lo llevaba más largo y las raíces oscuras se le comenzaban a notar más, pero ahora no le importaba eso. 

Quiso caminar hasta el burdel para despejar un poco su mente, no podía pensar muy claro y no le importaba que varias personas le quedaran viendo porque a pesar de sentirse fatal, seguía viéndose muy bien. Pero eso sólo era una fachada. 

De pronto, al pasar en una calle poco transitada, un hombre lo comenzó a seguir, tomándolo por la fuerza de un brazo y sonriendo de una forma asquerosa. 

—Eres muy hermosa —dijo acercándose a su oído.

—Suéltame por favor.

Gerard volvió a sentir miedo, se removía pero el extraño sólo lo empujaba a la pared para meterlo a un callejón. Después de todo seguían en la avenida. 

—No, creo que nos vamos a divertir. No te resistas. 

—Apártate de mí, ¡Suéltame!

Mientras Gerard seguía forcejeando y llorando con el sujeto que lo creía mujer, Frank, quien también iba de camino al burdel, se percató de la escena desde su automóvil. A su vista también creyó que era una chica por lo cual bajó para auxiliarla lo antes posible. 

Se estacionó y estando detrás del hombre lo empujó hacia otro lado para que ella pudiese escapar. Gerard pedía ayuda antes de que el castaño hiciera eso y al ver al chico que le había salvado la vida se congeló en su lugar, nunca habría imaginado que en tales circunstancias volverían a coincidir. 

Frank estaba delante de él a punto de golpear a su agresor.

Cuando el castaño vio a la víctima no reaccionó diferente, sin embargo, como si un balde de agua fría le hubiese caído en la cabeza, habló sorprendido. 

—¿Party? 

—¿Frank? 

El sujeto al enterarse que su "chica bonita" resultó ser un chico hizo una cara desagradable y se enfureció. Se levantó del suelo. 

—Que asco, par de maricas —dijo para después irse y perderse en otro lado.

El castaño no podía creer que lo había salvado de una posible desgracia. 

—¿Estás bien? 

Gerard asintió, volvió a amarrar su gabardina porque el extraño había logrado abrirlo y se limpió la cara avergonzado.

—Sí, estoy bien. 

No estaba bien. 

Frank notó algo distinto en su semblante. No era sólo por el recién incidente, sentía que algo no marchaba bien y quiso ayudarlo. 

—¿Quieres que te lleve a casa?

Gerard luego de meditarlo unos segundos asintió ante el ofrecimiento, claramente no podía ir a trabajar así. Al subir al auto muchos recuerdos se le vinieron a la mente, de gente que lo había tratado así por el alcohol, por tener pene, o porque se negaban al rechazo del pelirrojo por no acostarse con ellos. No podía creer que su noche se había arruinado por culpa de un pervertido que seguramente ya habría violado a alguna chica y que se paseaba en las calles como si nada.

Él pudo ser una víctima más si Frank no se hubiese aparecido por ahí. No podía creer la mala suerte que tenía.  

Frank por su lado no podía dejar de mirarlo con muchas dudas en mente, y también se mordía la lengua, tenía tantas cosas por decir. Quería hacer todo y nada. Se puso a pensar. En todo el viaje Gerard trató de no hacer contacto visual, no podía porque se sentía avergonzado y quería llegar lo más pronto posible a casa para dormir, porque ya había estado pellizcándose muchas veces. Sólo de esa manera podría olvidarse de toda la mierda que le estaba pasando.

—Gracias —dijo después de reflexionar un momento. Frank había impedido que lo dañaran.

—No hay de qué.

Frank detuvo el auto en frente de la casa de Gerard, ya que había atinado perfectamente a la dirección que le había dado, el pelirrojo veía hacia la nada, estaba sumamente perdido en sus pensamientos. No creía que esto le estaba afectando, en su viaje se puso a recordar todas la veces que habían abusado de él. Estaba harto.

—Llegamos.

—Gracias por traerme y de nuevo, por ayudarme —contestó sin mirarlo.

Se quitó el cinturón de seguridad y estando a punto de salir el mayor le sujetó el brazo con suavidad a diferencia de su pasada experiencia. Gerard volteó a verlo y no supo descifrar su cara. Tragó duro y tensó la mandíbula, ahora se encontraba molesto con él pero no sabía el motivo. El pelirrojo ya no tenía idea de qué manera reaccionar pues toda su cabeza era un lío y no podía contenerse.

—Quiero hablar contigo, ¿Podríamos algún día?

El pelirrojo negó con un dolor en el pecho. No quería seguir involucrándose con él.

—Lo siento, pero no, no quiero hacerlo.

Frank se mordió el labio inferior y lo soltó cuidadosamente. Tenía que comprenderlo, sin más asintió.

—Hmmm, yo...

Gerard ante ese titubeo suspiró molesto, no tenía con quien más que desquitarse, así que su víctima sería el mayor. 

—¿Podrías dejarme en paz? Tienes una maldita obsesión conmigo y estoy cansado. Ya no quiero seguir viendo tu maldita cara en el burdel, no me gustas y nunca lo harás. Sólo fue un polvo, yo sólo quería tu dinero.

El pelirrojo salió dando un portazo sin darse cuenta que Frank lo había seguido, y con un movimiento algo brusco (lo cual había hecho sin querer) lo hizo voltear.

—No tengo una obsesión contigo, ni siquiera sé tu nombre pero en verdad me interesas. Quería conocerte, no obstante, si quieres que te deje en paz lo haré, tampoco voy a forzarte a hacer algo que no quieres.

—Gracias a Dios.

Gerard no estaba seguro ni de lo que quería, seguía abrumado por lo que había vivido. Pero eso no podría entenderlo Frank, por eso esto era lo mejor. El castaño lo soltó con un poco de pena, era la primera vez que alguien lo rechazaba así.  

I'm (not) okayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora