8

109 23 1
                                    

Esa noche había decidido quedarse en la casa de Cassey a dormir, ya que después de lo que había pasado con Frank, parecía que era un indicio de buena racha con todo lo que se venía. Afortunadamente sólo tuvo que acostarse con dos hombres más grandes que él y las demás ganancias fueron gracias a bailes en el tubo. Pero regresando a lo que más resaltaba en la noche, le contó a la rubia que se sentía un poco extraño ya que nadie, además de sus conocidos, le había regalado algo tan valioso, hablando en el sentido monetario; además no estaba seguro de llegar a usarlo algún día.

—Gee, pero está hermoso. Yo que tú lo uso en ocasiones especiales.

—¿Cuándo podrían ser esas ocasiones?

—Eso ya queda a tu criterio, corazón —comentó agarrando la pieza y alzándola en el aire. Ambos juntaron sus cabezas para verlo mejor abriendo la boca en una "O" perfecta. Definitivamente no se trataba de un accesorio cualquiera.

La rubia sonrió enternecida poniéndose detrás del pelirrojo y quitándole un poco el cabello que le estorbaba en el cuello logró ponérselo. Después regresó para verle directamente y soltó un chillido emocionada. Ese tal Frank tenía muy buenos gustos pues había acertado en que combinaría con la esencia de su amigo. Gerard también se dio cuenta mirándose al espejo que esa joya sería algo que atesoraría mucho por lo bien que le quedaba.

Hablaron unos minutos más mientras se desmaquillaban y se quedaron dormidos mientras miraban en el techo algunas estrellas pegadas, de esas que brillaban en la noche, que Cassey tenía pero que habían dejado de hacerlo hace mucho tiempo.

***

Al siguiente día regresó a su casa esperando que Donna siguiera en el trabajo o estuviera con su abuela como últimamente hacía; el pelirrojo hace muchos años que era mayor de edad, pero en ciertas ocasiones le mencionaba sus actividades; la mayor no tenía problema con eso, mientras se cuidara, tomara sus medicamentos y comiera bien ella estaba tranquila. Lo que no sabía es que Gerard ya no utilizaba pastillas para dormir porque en el mayor de los casos llegaba ebrio o drogado a casa y eso le facilitaba el sueño.

El ambiente se encontraba en absoluto silencio, por lo que creyó que estaba solo, entonces al hacer un poco de ruido y no escuchar respuesta subió a su habitación más relajado, rápidamente buscó su objetivo porque regresaría con Cassey ya que Ryan se encontraba con ella. Sonrió al ver la mariguana; guardó las cosas en su mochila dejando en ese mismo lugar el nuevo collar, como escondiéndolo, y bajó las escaleras con menos prisa. Justo cuando pasaba cerca de un mueble con fotografías Donna hizo su aparición.

Chocó con el antes mencionado y uno de aquellos portarretratos empolvados cayó con un sonido estrepitoso al suelo. Cerró los ojos por el susto reciente y la mayor se acercó para ver lo que había sucedido. Ambos bajaron la mirada y a Gerard se le entrecortó la respiración.

—Lo siento mamá, yo...

No sabía que decir, la mayor alzó una mano.

—No bebé, no te preocupes.

Se agachó a recogerlo y juntó los pedazos de vidrio roto, al mirar mejor la fotografía que estaba dentro tensó la mandíbula. Apartó la mirada y Donna se colocó a su lado. Sintió que las rodillas le fallaron, lo único que le sostenía en ese momento era el abrazo cálido de la mujer que le había dado la vida. Sus ojos estaban llenos de lágrimas, la mayor trataba de hacerse la fuerte pero terminó por llorar también en el hombro de su hijo.

Ambos estaban rotos, ese vacío que les había dejado el pequeño Mikey aún seguía vigente y no podían dejar de aferrarse al pasado.

Abrazó completamente a Donna correspondiéndole y estuvieron así varios minutos, hacía tiempo que no tenían un contacto físico como este, simplemente era demasiado para ellos. Seguía siendo difícil aceptar que el más pequeño de los Way's los había dejado hace mucho, ahora tendría veintitantos años, sería todo un hombrecito y tal vez el destino de todos habría sido diferente. Pero ahora no había más remedio que seguir adelante y tratar de sobrellevar los recuerdos que los atormentaban.

A Gerard le era imposible dejar de pensar en su hermanito cuando escuchaba cierto tipo de música o veía cierto dibujo animado, quería verlo de otra forma, lo extrañaba demasiado pero se lo habían arrebatado de una forma cruel y seguía sin poder quitarse esas pesadillas de aquel fatídico día. No podía sanar aquella herida tan fácil, le seguía costando años.

Se encogió de hombros y se levantó junto con su madre y la foto.

—Perdóname —dijo con una voz algo congestionada.

—Descuida cielo, podemos ponerla en otro marco.

Asintió y fueron hasta donde estaban las demás fotos que poco se atrevían a mirar. En especial Donna. Abrió uno de los gabinetes buscando uno de repuesto y no pudo evitar sonreír ante tal recuerdo capturado. Habían pasado tanto años ya pero lo veía como la primera vez, observaba cuando fotografió el momento en el que sus dos amores la veían con ternura y ella le pidió a Donald que le pasará la cámara.

—Estaban tan chicos que no quería soltarlos nunca —dijo en tono melancólico.

Gerard puso su cabeza en su hombro y suspiró, trataba de contener más lágrimas. Apretó la que tenía en sus manos a su pecho. Tampoco tenían idea de qué había sido de Donald. 

—Quiero que todo sea como antes —dijo inconsciente. 

—A mí también me gustaría regresar el tiempo atrás...

Se incorporó y volteó hacia ella.

—Lamento tardar en venir y no avisarte, he estado ocupado.

—Estás aquí, me conformo con eso.

Extendió la mano y él le entregó lo que pedía, cuando la fotografía quedó como antes la pusieron en su lugar. Gerard tiró a la basura los restos de cristal que dejó en el suelo y entre los dos acordaron sin cruzar más palabras limpiar todo lo que estaba cubierto de polvo.

***

Gerard había llegado un poco tarde a la casa de la rubia para fumar hierba como habían acordado, Ryan tuvo que irse porque le tocaba entrar más temprano que de costumbre y el pelirrojo sólo logró alcanzarlo para despedirse de él. Extrañaba mucho a su amigo, le había prometido que en su día de descanso la pasarían juntos y el castaño sonrió asintiendo. 

Después de media hora Ary le llamó a Cassey por teléfono diciéndole que habló con Lynz para poder llegar más tarde esta noche, Gerard sólo veía como la rubia arrugaba un poco la boca pensando. Después tendrían a la castaña llegando con demasiado ánimo, besando a ambos en las mejillas. Las chicas se enfrascaron en una charla de temas que ellas conocían, por lo tanto el esmeralda decidió distraerse en un cuadernillo viejo de la rubia, dibujando garabatos en una hoja blanca del final. 

—Oye Gee, hay una tocada en Richi's.

El mencionado levantó la mirada y puso su atención en Ary arrugando el ceño confundido. Detuvo el dibujo que estaba por terminar.

—¿Richi's?

—Es un bar que está por las orillas, a veces hay buen ambiente —contestó Cassey. La castaña asintió esperando respuesta. 

—¿Entonces irás?

—Si, ¿Por qué no? —dijo encogiéndose de hombros.

Ary aplaudió y Cassey sonrió restándole importancia. Por esto le había dicho a Lindsey que llegarían tarde. Entonces terminaron de alistarse y los tres se fueron en el auto de Max, el chico que había frecuentado a Cassey buscando una amistad ya que rondaban en el mismo rango de edad y era conocido de la castaña. 

Cuando llegaron y bajaron del coche el pelirrojo tuvo un mal presentimiento, nunca había estado en un sitio como ese y se dijo que sólo eran ideas suyas. Pero eso no quitó el hecho de que sujetó a Cassey del brazo buscando protección. 

—¿A ti también te da mala espina? —preguntó riendo y Gerard la imitó nervioso.

—Es la primera vez que vengo aquí. 

—Tal vez no hay tanta gente. Son las ocho y media todavía.

I'm (not) okayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora