Jace se inclinó hacia adelante y golpeó con la mano la partición que los separaba del conductor del taxi.
—¡Gire a la izquierda! ¡A la izquierda! ¡Dije que tomara por Broadway, tarado imbécil!
El conductor del taxi respondió girando el volante tan violentamente a la izquierda que Clary se vio arrojada contra Jace. Soltó un aullido de enojo.
—¿Por qué tomamos Broadway, de todos modos?
—Me muero de hambre —dijo Jace— Y no hay nada en casa excepto restos de comida china. Además, no quería tener un desayuno incomodo con Maryse y Robert. —Sacó el móvil de su bolsillo y empezó a marcar— ¡Alec! ¡Despierta! —gritó, y Clary oyó claramente un murmullo irritado al otro lado—. Reúnete con nosotros en Taki's. Desayuno. Sí, ya me oíste, desayuno. ¿Qué? Sólo está a unas pocas manzanas de distancia. Muévete.
Cortó la comunicación y metió el teléfono en uno de sus innumerables bolsillos mientras se detenían junto a un bordillo. Mientras entregaba al conductor un fajo de billetes, Jace empujó con el codo a Clary para que saliera del coche. Cuando aterrizó en la acera junto a ella se desperezó como un gato y extendió los brazos a ambos lados.
—Bienvenida al mejor restaurante de Nueva York.
No parecía gran cosa: un edificio bajo de ladrillo que se combaba en la parte central como un suflé hundido. Un destartalado letrero de neón, que proclamaba el nombre del restaurante, colgaba lateralmente y chisporroteaba. Dos hombres con abrigos largos y sombreros de fieltro echados sobre el rostro estaban repantigados frente a la estrecha entrada. No había ventanas.
—Parece una prisión —dijo Clary.
—Pero —indicó él, apuntándole con un dedo— ¿en prisión podrías pedir unos espaguetis fra diavolo que hacen que te quieras chupar los dedos? No lo creo.
—No quiero espaguetis. Quiero ir a la estación a buscar las cartas del tarot.
—Las cartas pueden esperar —respondió Jace— no se moverán.
—Sabes que hay en una de ellas ¿verdad?
—Lo sé —contestó él en su voz más razonable— Alec me conto de las cartas del tarot cuando nos encontramos en su oficina anoche.
—¿Y aun así quieres comer antes? —inquirió Clary, que empezaba a cansarse rápidamente de la voz razonable de Jace.
—Oye un Shadowhunter no va a una misión con el estómago vacío....
—¡Eh!
Era Alec, caminaba a pasos largos hacia ellos, traía a Max sobre sus hombros, quien parecía disfrutar de la altura, sonriendo con diversión cuando Alec corría un poco. Las mejillas de Clary se ruborizaron al recordar que esta mañana había despertado en la habitación de Alec.
—Izzy viene de camino —anunció—. Traerá a Simon.
—¿Simon? ¿De dónde ha salido? —preguntó Jace.
—Izzy fue a buscarlo esta mañana al departamento de Bane. De todos modos, ¿Entramos o qué? Estoy hambriento.
—Yo también —repuso Jace—. Realmente podría pedirme unas colas de ratón fritas.
—Unas ¿qué? —preguntó Clary, segura de que había oído mal. Jace le sonrió burlón.
—Tranquilízate —dijo— Es sólo un restaurante barato.
Les detuvo en la puerta de acceso uno de los hombres repantigados. Cuando se irguió, Clary tuvo una fugaz visión de su rostro bajo el sombrero. Tenía la piel de color rojo oscuro, y las manos cuadradas, acabadas en uñas de color azul negro. Clary sintió que se tensaba, pero Jace y Alec no parecieron preocupados. Dijeron algo al hombre, que asintió y se hizo a un lado, dejándolos pasar.
ESTÁS LEYENDO
MERCY (Libro 3)
FanfictionClary entra en un mundo en el que jamás en sus locos sueños creyó que existiera, aventuras sorprendentes y aterradoras le esperan pero no todo será perfecto en su viaje a ser una Shadowhunter... un amor traicionero ...