Capitulo 30

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—¿La tienen? —pregunto Alec, acercándose a ellos con rapidez.

—En teoría. —respondió Clary en un susurro casi inexistente. No quería ver la decepción en los ojos de Alec. Habían dedicado horas en la estación, lejos del instituto. Clary sabía que probablemente al llegar, Alec sería el más reprendido. ¿Cuándo dejaría de dar tantos problemas?

—¿En teoría? —cuestiono Isabelle, soltando un bufido al final.

—Sí, encontré la carta. —respondió Clary casi con furor. Jace no había dejado de molestarla mientras salían, ahora la mirada disgustada de Isabelle la había alterado un poco. No había conseguido la copa (al menos no totalmente) pero la misión no había sido un fiasco—. Pero debo descubrí como sacar la copa. No es una ciencia exacta

—No puedes solo sacar la copa —gruño Isabelle.

—En teoría puedo. Pero no es tan fácil como parece. —tartamudeo Clary.

—Dijiste que tenías la copa. Si llegamos al instituto con las manos vacías...

—¡Isabelle! —reprendió Alec. Isabelle callo de golpe, las palabras atorándose en su garganta. Miro a su hermano asombrada por el repentino grito.

—Escuchen, pueden pelear todo lo que quieran en el instituto —dijo Jace—. Pero ahora considerando que le robamos a la policía, sugiero que nos vayamos lo antes posible.

—Chicos —susurro Isabelle mirando el collar que Magnus le dio en su departamento, como pago de haber ayudado a los brujos—. Los mundanos son el menor de nuestras preocupaciones.

Alec miro el collar. Brillando en palpitaciones, cada vez con más intensidad.

—Al menos sabemos que aún funciona el collar. —Alec estaba seguro que se había roto cuando el demonio mayor de la memoria se liberó en el departamento de Magnus. Un demonio que el libero por miedo a ser señalado de nuevo.

—Al menos nunca nos aburrimos. —canturrio Jace, sacando su espada serafín.

Isabelle, Alec y Jace comenzaron a caminar, mirando de soslayo con sospecha e intensidad, agarrando con fuerza su espada serafín.

—Chicos más lento. —pidió Clary. Cuando ella y Jace bajaron por el ducto del ascensor se había doblado el tobillo, al principio pensó que no fue nada, ahora un dolor punzante la carcomía. Miro su tobillo, notando que comenzaba a enrojecer. Clary tambaleo al chocar con una persona. Alzo la vista notando a una anciana, sobarse el brazo con dolor. Clary se apresuró a recoger el bolso de la anciana. Mas despistada no puedo ser, pensó.

—Lo siento mucho.

Al estar arrodillada delante de la anciana, un olor a azufre golpeo sus fosas nasales. Era repugnante y picante. Era el mismo que había olido en su departamento, el día que Jace la salvo de un demonio cambiaformas. Clary levanto la mirada con lentitud y miedo. No tenía su espada serafín a la mano y su pulsera estaba oculta en su guante. Aun no era tan rápida como los demás, estaba segura que era gracias a una runa. Runa que aún no portaba en su piel. Sus ojos llegaron al rostro de la anciana, quien la veía con intensidad. Seria comprensible que fuera de enojo, pero esos cansados y arrugados ojos la veían con hambre. Al retroceder la anciana abrió su boca, rebelando los enormes tentáculos llenos de dientes. Aunque no era el momento, Clary los comparo (al no tener tanto miedo ahora como ese día en su departamento), con los monstros de las películas favoritas de Simon, Resident Evil. Si no mal recordaba, eran casi similar a los horrendos perros. Solo que estos portaban seis enormes tentáculos.

—Abuela —llamo Jace detrás del demonio cambiaformas. El demonio volteo, siendo rodeado por un brazo de Jace, casi como si la abrazara. Clary presencio con horror el estridente ruido del cambiaformas al ser atravesado por la espada en el pecho. Desintegrándose en cenizas.

MERCY (Libro 3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora