Una vez dejado a un lado el pequeño incidente de la piscina, decidida a dar por cerrado el duelo que, en su momento se había autoimpuesto debido a Héctor y, haciendo gala de su capacidad de renacer de sus propias cenizas, fue la propia Ella quien terminaría por sugerir aquella idea que, si bien les había pasado varias veces por la mente, ninguno de sus dos amigos se había atrevido siquiera a mencionar, sobre todo por miedo a que esta, no solo terminara negándose rotundamente sino que además, los obligara a ellos en cambio, a salir todas las noches dejándola detrás, solo para no sentirse mal al no ser capaz de retomar su antigua vida social.
A tal punto que... aun haciendo su entrada triunfal en aquel disco-bar que tanto les habían recomendado, ni Aaron ni Vivi eran capaces de asimilar todavía que, aquella chica radiante y llena de energía que caminaba justo al lado de ellos, haciendo girar más de una cabeza su paso, pudiera ser la misma Ella taciturna y triste que tanto había llegado a preocuparles, días atrás.
Para aquella noche del jueves, Ella había optado por un vaporoso vestido rojo de escote halter, anudado al cuello y estampado en diminutas flores de color blanco que, si bien resultaba ser una de sus piezas favoritas para el verano nunca, hasta ahora, se había visto con el valor suficiente como para atreverse a salir a la luz pública con él.
Y es que aquel vestido, si bien de frente parecía bastante sencillo y poco revelador, en la parte trasera sí que dejaba mucho de qué hablar, sobre todo teniendo en cuenta el pronunciado escote que, al cerrarse justo a la altura de su estrecha cintura, no solo dejaba al descubierto más piel de la necesaria, sino que, además, venía a resaltar (como si ella realmente lo necesitara), aquella especie de reloj de arena que claramente dibujaba el contorno de su cuerpo.
En su momento, Ella había llegado a sentirse tan expuesta debido a la extrema desnudez de aquel escote que incluso, había llegado a perder la cuenta de todas las veces que se había cambiado de ropa en el último minuto, solo porque no era capaz de verse a sí misma luciendo algo tan provocador.
Sin embargo, aquella noche, sí que se sentía apta no solo para llevarlo, sino para lucirlo, además, en todo su esplendor.
Sabía que ya era hora de salirse de su zona de confort, se lo debía a sí misma tanto como se lo debía a esa nueva Ella en la que tanto necesitaba convertirse, así que...dando por concluido su sutil maquillaje, volvió a girar sobre sus pies frente al espejo solo para comprobar que realmente, aquel vestido era justo lo que necesitaba en esos momentos.
Sin dudas quería que aquella noche marcara un antes y un después, así que...tras lanzar una sonrisa retadora a su propio reflejo, se llevó las manos hacia el moño que llevaba recogido sobre la nuca y, en un claro símbolo de rebeldía, lo dejó caer libremente sobre su espalda justo en los últimos segundos antes de dirigirse, más segura que nunca hacia la habitación de sus amigos.
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Su primera impresión de aquel pequeño bar había sido tal cual Ella había esperado: un antro a reventar de chicos sudorosos y bebidos dejándose llevar por la estridente la música que retumbaba por todo el lugar, donde en efecto, lo único que tenía por hacer era, o bien tomar hasta caer en el mismo estado de enajenación en el que todos se encontraban o bien dirigirse hacia la pista consciente de que cualquiera aquellos chicos que se acercara a bailar con ella muy posiblemente lo hacía con la ilusión de acabar "metiéndole mano" incluso en uno de los baños de aquel lugar.
Si era sincera consigo mismo ninguna de estas dos opciones le tentaban demasiado, de hecho, si lo pensaba bien, lo único que deseaba hacer en realidad, era dar media vuelta y regresar a la seguridad de su cuarto o mejor aún al amparo de aquel jardín en el que tan a gusto se sentía, pero... se había prometido que nada ni nadie (incluyéndose ella misma) podrían sacarla de su idea de dejarse llevar según fueran fluyendo las cosas así que... aun cuando a a su conciencia no le apeteciera, sin pensárselo demasiado, terminó por acompañar a sus dos amigos hacia el área de las mesas y tras reservar una, se dedicó a estudiar el local fingiendo interés mientras que Aaron y Vivi, un poco más relajados con aquella nueva actitud, se prestaban a mostrarle "alguna que otra alma que pudiera ser una víctima potencial a sus encantos"
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A Cinco Años de TÍ
RomanceElla Robins acaba de sufrir su primera gran decepción amorosa la cual la llevaría a chocar, de golpe, con más de una verdad y una mentira respecto a aquel chico que había sido su pareja durante todo un año. Dispuesta a renacer cual Ave Fénix...