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Tres temas después y con la cerveza haciendo estragos en su cuerpo, el tema Darío había quedado rezagado en un pequeño rincón de su mente solo para dar paso a otro muchísimo más frustrante.

Y es que según el Dj. iba pasando de tema en tema, Ella en cambio, cada vez era más consciente de lo sola que estaba en aquella pista y con ello, el nombre de Héctor había vuelto a aparecer como casi siempre, de la nada y sin aviso, estremeciendo todo a su paso y haciendo que ella por su parte, volviera a ahogarse en aquel mar de ira y de negación del cual había luchado tanto por salir.

¡Dios! -se mordió el labio para no empezar a llorar allí frente a todo el mundo- ¡Aquel viaje había sido pensado para él! ¡Era él quien debía haberse sentado junto a ella en aquel bar! Y... más que nada... ¡era Él quien debía estar bailado allí con ella!

Realmente, por más que se lo prohibiera, no podía dejar a un lado aquella sensación de que aquel viaje, no era más que un total fiasco si no podía contar con su compañía, sobre todo porque aquellas vacaciones en el Villa hubieran sido las primeras de muchas que, seguramente hubieran compartido como pareja, si no hubieran acabado las cosas de la forma en que lo hicieron.

Y eso, solo para hablar de lo más ínfimo porque... si se ponía a pensar en todas las cosas que le hubiera gustado vivir con él, posiblemente caería en un estado de depresión del cual luego, no sabría cómo salir.

Contrario a lo que muchos imaginaban, en realidad Héctor, había sido el único chico con el cual se había planteado seriamente el llegar a tener un futuro con él, porque... sí, desde el minuto cero de su relación, Héctor la había hecho sentir tan bien y tan importante, que ella no había podido evitar que, más allá de todo pronóstico, él llegara a eclipsar incluso a cualquier otra persona que hubiera llegado a su vida antes que él. De modo que...

- No, ¡nunca!, ¡ni en sus peores pesadillas! - ella hubiera podido ni siquiera imaginar que justo un año después, terminaría en aquel miserable antro, bailando sola y con más cervezas en su cuerpo de las que era capaz de tolerar, solo porque no podía aceptar la triste realidad de que...muy probablemente, a esas mismas horas y en algún resort del Caribe, él estaría celebrando su reciente compromiso con la única chica que había podía realmente considerarse como su novia.

-¡No!, ¡Definitivamente aquella autoflagelación no podía continuar! - se regañó a sí misma- ¡Es más!... justo en aquel momento y en aquel lugar iba a demostrarle a todos (incluso a sí misma) que Héctor no solo era más que superable, sino que además no lo necesitaba en lo más mínimo para poder divertirse y hacer de las suyas.

De modo que, más dispuesta que nunca a exorcizar de una vez y para siempre el poder que Héctor seguía teniendo sobre ella, cerró los ojos y extendiendo las manos hacia el cielo, se dejó llevar por aquel pegajoso ritmo sin ser consciente que, más allá de ella, todavía podía existir un mundo girando a su alrededor.

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Definitivamente aquella noche no estaba destinada a ser lo que, en su momento, Darío había planificado y ... ¡era una pena!, en verdad lo era, sobre todo teniendo en cuenta que prácticamente había tenido que alinear todos los planetas y astros para poder estar allí, a esas horas y en aquel bar.

Justamente su madre había elegido aquella noche para tener un: "muy necesario tiempo de calidad con su hijo querido", obligándolo con esto a tener que confesarle al menos la mitad de su verdad, o sea: "que había hecho nuevos amigos y que lo habían invitado a salir a comer". Así como... "Que no tenía por qué preocuparse ya que tenían intención de regresar al hotel antes de la medianoche".

De manera que, después de tanto esfuerzo, realmente no podía evitar el preguntarse irónicamente de qué le había servido todo aquel teatro.

¿De qué valía que ahora le remordiera la conciencia al haberle mentido por primera vez a su madre cuando al final Ella, ni siquiera se había dignado a fingir que no le molestaba su presencia?

A Cinco Años de TÍDonde viven las historias. Descúbrelo ahora