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Perdida como estaba en sus pensamientos, Ella, no había advertido la presencia de Darío y sin embargo cuando el chico emergió justo frente a ella; lejos de sorprenderse por la manera en la que había aparecido, ya fuera porque justo en ese instante había estado pensando en él o por la manera en que él le había sonreído, el hecho es que ni siquiera se planteó la posibilidad de protestar o molestarse por su intrusión.

-Hey-se limitó a decir sonriendo mientras que él se recostaba al borde de la piscina justo a su lado-Por favor dime qué te hice para que estés todo el rato intentando provocarme un ataque al corazón.

- Estabas demasiado tranquila para mi gusto- se pasó la mano por el pelo salpicándola mientras Ella intentaba ignorar el extraño hormigueo que se había despertado en su interior.

- Ya era hora de despertar al basilisco ¿no? –la provocó arqueando con ironía una de sus muy pobladas cejas.

- Oye! - le empujó la frente con un dedo, más en broma que en serio- ¡Ni se te ocurra compararme con un bicho de esos!

- ¿Y cómo no hacerlo? Si cuando te enfadas eres casi tan bonita como ellos -le siguió el ruedo él.

- ¿Ah sí?... pues si basilisco quieres...! eso es lo que vas a tener! - y así sin más, se giró hacia él y comenzó a aletear los pies como si estuviera nadando consiguiendo con esto ahogarlo por unos segundos con un buen torrente de agua.

Tan concentrada estaba con su "venganza" que, para cuando se vino a dar cuenta, ya estaba siendo empujada hacia el agua solo atinando a lanzar un pequeño gritito antes de verse sumergida totalmente en la piscina, donde, una vez pasado el momento sorpresa y luego de perseguirlo sin éxito por toda la piscina en un vano intento por alcanzarlo, fue ella quien terminó totalmente exhausta y con el pelo (que hasta el momento había intentado no mojarse), completamente empapado y desparramándose en ondas por toda su cara.

De modo que, dándose finalmente por vencida, nadó hacia la escalera donde termino sentándose intentando recuperar el aliento, mientras vigilaba alerta los movimientos de Darío quien, sumergido totalmente hasta la altura de la nariz nadaba sigilosamente hacia donde ella estaba, luciendo un peligroso y depredador brillo en su mirada.

-¡No se te ocurra volver a hundirme!- lo amenazó con el dedo, todavía con la voz ahogada pero sin poder contener la risa

-¿Qué?, ¿no quieres que te vuelva a ganar? – apretó los labios para no reírse al ver la forma en que Ella entrecerraba los ojos retándolo mientras intentaba acomodarse el pelo lo más ordenadamente posible hacia un lado.

-¡Eres imposible!-declaró divertida por el exceso de energía de aquel chico.

-Puede ser, pero que conste que si te rindes me declaro vencedor total y absoluto-le regalo una sonrisa ladeada consciente de que Ella no llevaba muy bien el hecho de perder-Y mira que ganarle a un basilisco es tarea grande.

-Mira Darío si quieres conservar mi amistad más te vale no volver a ponerme a mí y al bicho ese en la misma oración, ¿ok?

Y sin embargo esta vez él no le respondió, sino que sumergiéndose nuevamente hasta la nariz se acercó a ella como un animal al acecho de su presa.

-Darío, ¡no vuelvas a hundirme! -lo amenazó en vistas de que solo estaba a una braza de ella - No estoy jugando ¡no te atrevas o no respondo!

En un principio su intención en efecto, había sido volver a sumergirla pero el acercarse a Ella casi en cámara lenta había logrado captar en detalle todos y cada uno sus gestos según iba cambiando de humor, lo que provoco que, de un segundo para otro se despertaran en él, todos los sentidos con los que contaba, de modo que, cuando finalmente llegó hasta donde ella se encontraba, con la cara encendida por el esfuerzo del juego y su espeso cabello negro luciendo en contraste con la piel de sus hombros dorados, apenas si podía controlar aquel deseo primario de tomarla entre sus brazos y besarla como nunca lo había hecho antes.

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⏰ Última actualización: Oct 17, 2022 ⏰

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