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Odiaba, realmente odiaba los lunes.

Significaba empezar otra maldita semana repetitiva llena de trabajos que le resultaban fastidiosos, de soportar gente que le irritaba, de fingir prestar atención en clases y sobre todo, ver como la mayoría de las chicas de su clase susurraban en voz baja cada vez que entraba por la puerta como si fuera la gran cosa, había pasado mucho tiempo desde que fue la principal atracción de aquel salón.

Lo único que hacía aquel infierno más soportable era la compañía de los idiotas de sus amigos, quienes para su desgracia, eran su única vida social.

—Deberías intentarlo, Waka ¡Es hermosa!

—¿Has escuchado su voz?—se quejó Wakasa, más que todo buscando una excusa creíble para que su amigo dejara el tema—Es jodidamente irritante.

—¿Eso qué? Es linda.

Takeomi Akashi era un hijo de puta que le importaba una mierda todo (o casi todo) aunque si se trataba de chicas, solía ir tras de ellas sin pensarlo ni un segundo. Todavía no creía que sus técnicas basura de seducción funcionaran, simplemente le parecía absurdo.

Era el primer día después de las vacaciones y se obligaba a mantener sus ojos abiertos, soltó un bostezo mientras escuchaba a su amigo enumerar las razones por las cuales debería aceptar una cita con una chica, lo cual le importaba una mierda porque apenas eran las nueve de la mañana y su estómago estaba vacío, eran suficientes razones para ignorar a todos.

—¿Has visto a Ben?—le interrumpió intentando que perdiera el ritmo de la conversación.

—No, pero probablemente llegue más tarde.

Wakasa tardó en recordar la contraseña de su casillero, todavía con su mente en las cómodas sábanas que dejó en su cama. Su mirada cayó en un sobre blanco, que terminó siendo tan solo una hoja doblada a la mitad.

Sus cejas se alzaron a leer lo que decía.

Querido Wakasa.

—Una carta.

¡Por Dios, eran las nueve de la mañana!

Takeomi dejó de hablar y se acercó a él, observando con curiosidad el papel. 

—Uh, vaya. Apenas es el primer día y ya tienes confesiones en el casillero—Takeomi se burló y le arrebató la hoja.

Wakasa podría quejarse, pero aquel papel tampoco valía el esfuerzo.

Se aclaró la garganta y prosiguió como si estuviera punto de dar un anuncio importante.

Querido Wakasa.

Quizás te extrañaras de encontrar esto en tu casillero o tal vez es común para ti encontrar este tipo de confesiones plasmadas en papel.

Si, esta la es forma que escogemos las personas cobardes para declararnos.

Como notarás, esto es un tipo de "declaración" anónima, estuve pensando en esto todas las vacaciones y al final decidí escribirte (nunca se me ha dado bien las palabras pero creo que estará bien). No espero nada a cambio, solo es un método para poder decirte lo que siento sin la necesidad de llevarme un rechazo clavado en la frente.

Me gustas, y pienso que eres genial en todos los aspectos, tu cabello, tu peculiar forma de ser y sobre todo, pienso que tus ojos son realmente los mas hermosos que he visto, y creo que eso ya lo sabes, pero no me molesta recordartelo una vez más.

Puedes romper esto o tirarlo en el cajón del fondo junto con las demás confesiones (en realidad no sé si tienes un cajón, por favor no pienses mal). Me alegra saber leerás esto, espero lo hagas.

¡Que tengas un buen inicio de clases!

Con amor, S. S.

¿S. S?

Wakasa tenía el ceño levemente fruncido mientras la sonrisa burlona de Akashi se agrandaba. Le fastidiaba esa sonrisa entrometida.

—Aw, esto es lindo. —murmuró el chico revisando si había algo al reverso.

El peliblanco suspiró, quitandole el papel y leyéndolo nuevamente para asegurar que en verdad decía todo eso. ¿Era una clase de broma?

—Escribe lindo, seguramente es una chica inteligente.—Takeomi se apoyó sobre los demás taquillas, esperando una reacción diferente a la mueca de hastío que Wakasa solía llevar la mayoría del tiempo.—¿Que harás?

—Nada. ¿Que puedo hacer? Ni siquiera sé quién es.

—Seguramente su nombre y apellido empiezan con S.

—¿Sabes cuantas personas hay en este maldito instituto con esas iniciales?—preguntó. Volvió a doblar el papel y lo metió en la mochila.

—Si yo fuera tú, intentaría averiguar quién es.

Wakasa se encogió de hombros, caminando para llegar a su clase, la cual seguramente ya había empezado. Llegaría tarde. De nuevo. Y probablemente no sería la última vez en lo que restaba del año.

—No tengo tiempo para eso.

Takeomi resopló pero no dijo nada más. Siguieron su camino hasta el salón de clases del último año.

(...)

Maldijo haber suspendido gramática, ahora tenía que hacer un ensayo para poder recuperar la asignatura. Tenía que haberlo hecho hace semanas, antes de las vacaciones, pero simplemente había ignorado sus responsabilidades. Odiaba ir al instituto, pero conocía a su madre y si no iba las consecuencias serían peores.

Pensó y pensó, daba vueltas en su silla al frente del escritorio con un lapiz en mano.
S

u mirada cayó sobre la "carta" todavía escondida entre sus libros. estaba a punto de tirarla al cesto de la basura, pero quiso volver a leerla por simple entretenimiento. En realidad le había gustado, solía recibir recados en pedazos de papel con un simple "me gustas" rodeado de corazones y en la parte trasera de quien era, en algunas ocasiones el lugar y hora donde si quería, podía ir a ver de quien se trataba. Olvidaba ir la mayoría de veces.


La letras eran un poco desordenadas pero se notaba el esfuerzo por mantener todo bien escrito. Quizás si era una chica inteligente, o eso aparentaba.

Decidió no tirarla después de darle otro vistazo, no estaba tan mal. La metió en medio de uno de sus libros, y tomó su lápiz para seguir con su ensayo.

Bueno, "S. S" no tengo un cajón lleno de confesiones, pero definitivamente tu carta no merece ir a la basura.


(...)

Esto lo tenía desde hace meses, solo algo super soft para olvidar lo que pasa en el manga.





Con amor, S.S  [Shinwaka]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora