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Wakasa podía romper su corazón.

Lo sabía desde hace mucho tiempo, quizás desde siempre, cuando lo vio entrar en aquel club con la respiración un poco agitada, pero su digna expresión de cazador, satisfecho de tener a su presa en la mirada, dispuesto a sacarle el corazón con las manos si era necesario.

Buscó de forma tonta un sentimiento tan fuerte desde que tenía memoria, quería enamorarse, quería amar a alguien y recibir lo mismo, con intensidad embriagadora digna de un cuento de hadas. Demasiado fantasioso, lo sabía.

Ahora que lo tenía justo en sus manos, era difícil comparar el sentimiento con la imaginación de un niño. Era devastador, como un huracán que barría con todo a su paso.

Recordaba haber hablado con el retrato de su madre una noche antes de navidad, terminó llorando como hace mucho no lo hacía. Le hubiera gustado sentir sus brazos envolverlo en forma de consuelo. Le contó que se había enamorado, de un chico, se lo dijo en un susurro, casi con temor de que las paredes escucharan y decidieran hablar, con miedo de que la mujer apareciera y le dijera que lo tenía merecido, porque estaba mal, que aquello era un error y que lo mejor era olvidarlo, pero no pasó, era imposible. Su madre ya no estaba con él.

La fotografía no le dio ninguna respuesta, sin embargo; la sonrisa reconfortante de la mujer plasmada detrás del cristal, le dio un poco de esperanza. Esa paz que le era tan difícil de encontrar en ocasiones.

Pasó el resto de los días de forma monótona, haciendo cosas que hacía sin esfuerzo alguno antes, parecían ser más difíciles ahora, jamás pensó sonreir tan falsamente frente a los demás.

¿En que momento se enamoró tanto al punto de sentir que le faltaba una parte de él cuando no estaba a su lado?

El dueño de sus noches en vela, de los cigarrillos en la madrugada, de las horas pensando mientras veía la oscuridad del cielo y las pocas estrellas que se lograban contemplar. El chico que se adueñó del color blanco, porque veía la nieve y no podía evitar pensar en él, grabó su risa en su mente como las melodías que alguna vez compuso y que ahora solo eran una huella de lo que alguna vez fue. ¿Wakasa también sería un recuerdo nostálgico?

Perdió la cuenta de las veces que estuvo a punto de mandar a la mierda todo, pero cada vez terminaba arrepintiendose y encerrado en su habitación sin ánimos de ver a nadie.

Pero al final, no fue Shinichiro quien llamó en la madrugada, con el ruido de lo que parecía ser un bar de fondo, arrastrando su voz con tono torpe causado por la gran cantidad de alcohol ingerido. Diciendo que quería escuchar su voz, pidiéndole que no lo odiara, disculpándose al darse cuenta que quizás había cometido un error.

Recordaba llamar a Benkei preocupado y encontrandolo en la misma situación, poco entendió por el ruido de fondo, pero se conformó con saber la calle y aunque sabía que había varios lugares iguales en la zona, condució al lugar correcto sin saberlo. Por simple corazonada. Al verlo en aquel lugar oscuro y sucio, tan perdido y fingiendo estar bien, intentando mantener el equilibrio con cada paso que daba; olvidó la tortura de días atrás, olvidó la frustración y tristeza concentrándose en aquellos iris violetas iluminados por los faroles que parecían rogarle que se quedara.

Podía sentir los ojos de un grupo de personas puestos en ellos, no se molestó en ocultar su desagrado y les dio una mirada de disgusto completo. A Wakasa no parecía importarle, ni siquiera parecía estar consiente de estar en la calle sosteniendo su mano, de lo contrario estaba seguro que no lo dejaría acercarse.

No pudo esconder la tranquilidad que le dio tenerlo rodeando su torso sin objeción alguna, extrañamente docil.

No pensó, ni por segundo, terminar en la situación que estaban ahora. Podia sentir su piel helada, restos de partículas de agua que le permitieron a sus dedos deslizarse con facilidad por sus brazos hasta llegar a sus manos. Wakasa se mantenia rigido y en silencio, la distancia entre ambos era poca, su nariz chocaba con la suya, había una sonrisa casi imperceptible en su boca, en una especie de invitación silenciosa. La propuesta estaba hecha, pero no estaba seguro de tomarla.

Con amor, S.S  [Shinwaka]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora