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—Deberías dejar ese complejo de héroe que tienes. 

—Gracias por tu apoyo, eh —murmuró sarcástico el azabache haciendo una mueca mientras daba pequeños toques en su frente con un algodón.—No tengo ningún complejo

Wakasa entrecerró los ojos, apoyando su codo sobre la mesa y observandolo.

—Terminas metiéndote el peleas ajenas, porque, según tú, debías hacerlo.—pronunció y antes de que Shinichiro respondiera se apresuró a añadir—Y no intentes negarlo.

—Te llamé para que me acompañes, no para que me regañes.

—Puedes hacer lo que quieras, Sano. Solo es un consejo.

Shinichiro soltó un bufido, tirando el algodón al suelo y tomar otro nuevo para curar el corte en su ceja.

—¿Por qué mejor no me ayudas?

—¿Quieres que me calle?

—Está claro que no llegaremos a ningún lado si seguimos con esto.

Wakasa asintió conforme, se levantó de la silla y se acercó hasta la cama, tomando un algodón nuevo.

—¿Cuántos eran?

—Cuatro —respondió esperando que la conversación terminara.

—Me sorprende que estés es una sola pieza. —dijo divertido, limpiando el pequeño corte en la ceja del azabache. —¿Y que pasó? ¿Te pagaron? ¿Te dieron una medalla o te llenaron de elogios por ser tan buen samaritano?

—Wakasa —lo detuvo irritado.

—¿Qué? Solo estoy conversando —el peliblanco sonrió con cierta malicia —¿No me llamaste para eso? ¿o hay otra razón para que esté en tu habitación?

Shinichiro suspiró, y decidió ignorar lo último.

—¿Por qué me metería en una pelea que sé que no voy a ganar?

—Ya te lo dije —Wakasa se detuvo y lo miró por debajo de sus largas pestañas —Complejo de héroe.

—¿No puedes llamarlo simplemente que soy una buena persona?

—Eso me haría quedar como una terrible persona a mi, Shinichiro. —Wakasa mantuvo su expresión divertida —Pero está bien, chico bueno. Ya te dije, solo era un consejo.

Shinichiro sonrió un poco, acomodándose mejor en su lugar. Recorrió aquellas facciones delicadas, y la minúscula sonrisa sarcástica que aparecía casi siempre sobre aquellos labios rosados.

—¿No te gusta como hago las cosas? —preguntó con cierta curiosidad.

Wakasa alzó una ceja, sin saber a dónde iba aquella pregunta.

—¿Eso importa? —respondió escogiendose hombros —Lo que hagas o dejes de hacer es cosa tuya.

—Hum, entonces no te intereso.

—Si no lo hicieras ni siquiera estuviera aquí —respondió Wakasa, Shinichiro tenía una expresión de fingida tristeza que era imposible de cubrir.—Y lo sabes, así que cállate. Déjame terminar.

El azabache soltó una risa pero asintió, dejando que Wakasa siguiera limpiando el resto de su rostro. No era grave, solo unos cuantos golpes que desaparecerían en unos días.

Wakasa volvió a decir algo, pero no pudo escucharlo. Sus ojos se clavaron sobre cada detalle del chico frente suyo, sus dedos finos que sostenían su mandíbula para que no se moviera, en cómo su entrecejo se frunció mientras sus iris estaban clavados en sus lesiones. Bajó la vista hasta sus labios, era difícil pensar teniéndolos tan cerca.

Con amor, S.S  [Shinwaka]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora