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—Así que eras tú, Shinichiro Sano.

El silencio sepulcral que le siguió a aquellas palabras fue agobiante. Los colores violetas y negro se encontraron al tener contacto visual. Wakasa mantenía una postura relajada, y Shinichiro también lo intentó. Sonrió levemente opacando el hecho de que los dedos de sus manos se sentían helados, y que su corazón parecía querer salir de su pecho.

—¿Decepcionado?—preguntó.

Wakasa alzó sus cejas, divertido. Analizó la apariencia del chico frente suyo, hebras oscuras de su cabello caían en todas direcciones, sus ojos negros eran profundos, sin embargo guardaban un ligero brillo en ellos. Su camisa del uniforme estaba desarreglada, dos de sus botones estaba sueltos dejando ver parte de su pecho y clavículas, su complexión era delgada y sus largos brazos todavía sostenían la guitarra entre ellos.

Claro que no era decepcionante, realmente esperaba algo peor. Pero Shinichiro encajaba fácilmente en el estereotipo de alguien "lindo", además de que realmente no pensó que alguien como él sería quien estuviera detrás de aquellas palabras escritas.

—Pensé que serías un friki, pero tú...no, no lo pensé en ningún momento—relamió sus labios resecos—No pareces el tipo de persona que manda cartas de amor en anonimato.

—¿Por qué lo dices? No me conoces—se defendió pero sonreía levemente.

—Tu nombre siempre está en boca de algunos estudiantes...

—¿Dices que soy popular?

—Algo así...—esbozó una sonrisa burlona—Si se enteraran que me dejabas cartas en mi casillero todas la semanas, no dejarían de hablar de eso en un largo tiempo...

Wakasa avanzó varios pasos, observando aquella habitación y cada objeto que se encontraba en ella para distraerse. Empezaba a ponerlo inquieto tener la mirada del azabache encima de él.

—¿Se lo dirás a todo el mundo? ¿Por eso estás aquí?

Wakasa notó un tono decepcionado en la voz del azabache, frunció el ceño y volteó a verlo.

—Nunca haría algo como eso.

Shinichiro no dijo nada, el ambiente era tenso. No sabía que hacer, Wakasa se comportaba de manera burlona y relajada, como si realmente aquello no fuera importante. Y eso en parte, le molestaba.

Dejó el instrumento a un lado, se puso de pie, soltando un suspiro. Wakasa le daba miradas de reojos desde el fondo de la habitación.

—Entonces ¿por qué estas aquí?

¡Ni siquiera yo lo sé!

Pero no se atrevió a decirlo en voz alta. Solo actuó como siempre lo hacía, como un idiota.

—Bueno, o eres muy estúpido o me incitaste a buscarte, así que...

Shinichiro sonrió complacido.

—Quizás soy muy estúpido.

—También, pero querías que te encontrara —aseguró después de ver la sonrisita descarada que el azabache esbozó.

—La decisión era tuya.

Wakasa hizo una mueca.

¿Se supone que aquello sería un encuentro romántico? Porque lo único que estaban haciendo era dejar en claro quien de los dos cedió ante el otro, y ninguno parecía querer dar el brazo a torcer.

Imaginó tantos rostros, tantas reacciones, pero ninguna como esa. El pelinegro no parecía sentirse cohibido.  Wakasa pensaba encontrar a un chico avergonzado, nervioso, incapaz de verlo a los ojos y que por esa razón había acudido a unas cartas para comunicarse.

Con amor, S.S  [Shinwaka]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora