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—Shinichiro ¿no vas a comer?

Levantó la vista al escuchar una voz grave desde el lumbral del la puerta, su abuelo darle una mirada dura, aunque eso ya era normal en él.

—No tengo hambre, comeré más tarde.—murmuró sin darle más importancia.

Su vista volvió a la máquina que tenía enfrente, negra y brillante. Su motocicleta, su primera creación estaba lista.

—Eso espero.—habló nuevamente el anciano.

Shinichiro observó a su abuelo mirar con detenimiento el garaje con esa mirada de critico experto, estaba sucio y lleno de herramientas y piezas de motocicletas, lo único que resplandecia era su nueva creación, por fin estaba completa y en perfecto estado.

Se aclaró la garganta, aprovechando que estaban solos. Era pocas las veces que los niños no estaban merodeando por ahí. El azabache apretó el trapo sucio entre sus manos, tomando una respiración profunda en silencio. No sabía cómo sacar el tema, no es que fuera la primera vez que lo hablaban, sin embargo; prefería dejar el claro sus intenciones.

—Voy a ir al orfanato de nuevo —dijo, el hombre de mayor edad lo miró sin expresión alguna, era habitual en él, siempre fue así, rigido y con carácter inquebrantable —Quiero que él viva con nosotros.

—Hacerlo no es tan fácil como pensarlo.

—Es mi hermano también, buscaré la forma de traerlo conmigo, incluso si me toma años —musitó bajando la voz, aunque la determinación en ella no se fue—Me haré cargo de él.

El anciano suspiró, sabiendo que no podia hacer más que darle el apoyo que podía, aunque en realidad no era mucho. Conseguir la potestad de un niño era difícil, y mucho más si ni siquiera compartían lazos sanguíneos.

—Debes saber que costará dinero, será mejor que hagas algo para conseguirlo. Te ayudaré en lo que pueda. —sin darle tiempo para responder algo, el anciano dio media vuelta saliendo del garaje.

Segundos después se encontraba completamente solo, con el olor a aceite impregnado en su ropa y manos. Dejó salir el aire de sus pulmones, sintiendose más aliviado. Buscó con cierta desesperación la cajetilla de cigarros en sus bolsillos, pero recordó haberle terminado hace horas después de clases.

Maldición.

Aunque era la oportunidad perfecta para probar su motocicleta, tenía pensado enseñársela como sorpresa a Wakasa, pero considerando su situación, tenía que dejarlo para después. Así que se bañó y procuró salir sin llamar demasiado la atención para comprar más en alguna tienda que estuviera lejos.

Disfrutaba tanto sentir el viento sobre su piel, amaba la sensación de completa libertad. Estaba feliz porque su primera creación estaba completa, en su mente preparaba la siguiente, pero esa era exclusivamente suya.
Compró los cigarros y se apoyó sobre la moto para encender uno, disfrutando de la noche y la temperatura baja. Se permitió relajarse como hace mucho no lo hacía, era difícil manejar su vida, aveces era un completo caos pero agradecía momentos como ese de total soledad.

Aunque por dentro estaba un poco (bastante) herido, incapaz de olvidar las palabras de Wakasa, quien se negaba a salir de su cabeza. Era...extraño, estaba confundido y molesto, simplemente le parecía ridículo que le dijera algo como eso. Y estaba seguro que tenía que ver con todo lo que sucedió con el rumor, quizás su madre terminó enterándose por obvias razones ¿si se lo pidieran, terminaría con él? 

Aunque no podia evitar preguntarse que quizás no hizo lo suficiente por él. Quizás debió estar más al pendiente, simplemente lo dejó a él y todo el problema, terminó ocupándose de sus asuntos familiares que salieron de pronto, y por era razón dejó de insistir en verlo. Fue frustrante darse cuenta que se habia metido en una pelea, fue aun peor cuando Takeomi le dijo que su estadía en el instituto pendia de un hilo. Pero Wakasa le dijo que estaba bien, estúpidamente le creyó.

Con amor, S.S  [Shinwaka]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora