Henry

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Me cago en todos los profesores. En sus antepasados, descendientes, en sus muertos, en sus vivos y en sus asignaturas.

Creo que todo el mundo que me conozca sabe que odio el instituto. A muerte.

—Henry, ¿estás escuchando lo que te estoy diciendo?— la vieja de matemáticas me hizo volver a la realidad.

Pues no te estaba escuchando, retrasada. ¿Algún problema?

—Sí, sí— hice un gesto con la mano indicándole que siguiera.

La profe asintió con la cabeza y siguió dando clase. Le saqué el dedo corazón cuando estaba de espaldas y miré a Axel, mi mejor amigo.
El tío no paraba de descojonarse mientras me miraba. Qué cabrón, jajaja.

La vieja nos mandó unos ejercicios un rato después y estuvimos haciéndolos hasta que terminó la clase.

—Tú, ¿qué toca ahora?— me preguntó Isaac, otro de mis amigos.

—Eh...— pensé durante un momento. —Inglés.

Derek, otro chaval de mi grupo, dio un resoplido.

—Joder. Acabamos de tener con una vieja y nos toca con otra.

—Y ésta está como una puerta de pintada— dijo Isaac.

Salimos de clase y andamos por el pasillo hasta el aula 20, que era donde teníamos inglés. Una vez allí, el paga fantas de Derek fue a saludar a su novia, que estaba con sus amiguitas.

Eran un grupito de chicas que no caían mal, pero no sé cómo mi amigo conseguía aguantarlas. En clase solíamos llamarlas el Club de la Costura, compuesto por Abby Vernet (la novia de Derek), Celia Rossel, Laia Lindsey, Lizzy Nicols y Luna Vaisey. Las cinco eran unas locas.

—Fíjate, empieza el espectáculo— le susurré a Axel.

—¡Ay, qué monos que sois!— chilló Lizzy cuando Abby y Derek se besaron.

—Adoptadme, porfa— les dijo Laia.

La parejita les miró mal y siguieron hablando de sus cosas hasta que llegó la momia de inglés. Dimos la clase más aburrida del mundo, cómo siempre. Después dimos biología, tampoco nada interesante, hasta que ya por fin tocaba recreo.

Nos juntamos con los maricones de Iago Marvin y Jake Adam. Lo de maricones lo digo literalmente, ya que son pareja. Causaron mucho revuelo cuando anunciaron su noviazgo, aunque los demás del grupo nos lo esperábamos.

—¿Qué, Collins? ¿Qué te parecen las chicas del instituto?— le preguntó Jake.

Fruncí el ceño. ¡Si sólo llevábamos una semana de curso! Es decir, imposible que le molara una pava tan pronto.

—Algunas mejor que otras— Axel se encogió de hombros.

—¿Qué hay de Candy? Está buena— Jake sonrío con burla, pero dejó de hacerlo cuando su novio le miró con una ceja alzada.

Yo miré a mi mejor amigo, que hacía una mueca.

—Lo último que supe de ella es que salía con Shelton— me miró divertido.

Coño, es verdad. Aunque ni siquiera la considero como una ex, sólo como una gilipollez de cuando teníamos doce años, no era nada serio.

—Muy gracioso, Axel.

—No jodas que salías con ella— Isaac me miró sorprendido.

—Teníamos doce años.

—¿Y? Eso cuenta.

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