Henry

689 48 4
                                    


Era imposible encontrar un jodido sitio para aparcar, y a estas alturas, comenzábamos a desesperarnos.

Derek y Abby habían entrado al hospital nada más llegar, acompañados por Celia. Me arrepentí mucho de no haberlos acompañado.

—¡Allí! ¡Allí hay un sitio!— Axel señaló una plaza libre por la ventanilla.

Luke se dirigió a aparcar, pero un hijo puta con un Audi negro nos quitó el sitio. El coche no tiene nada que ver, solo era para dar más detalle al asunto.

—Joder, me va a dar algo, a este paso la niña ya ha nacido cuando hayamos conseguido aparcar— se quejó Laia detrás mía.

—Jodidos hospitales— murmuró el conductor.

En ese momento, empezó a sonar el móvil de Lizzy.

—Es Celia— informó, llevándose el móvil a la oreja. —Dime. Aparcando. Que va, si apenas hay sitio. ¿La han pasado ya? Vale, genial. ¿Qué? Joder, pues vamos finos. Ya, nos tocará apañarnos. Venga, hasta ahora— y colgó bajo la atenta mirada de todos.

—¿Qué ha pasado?— preguntó Luna nerviosa.

—Nada, todo va bien. La han pasado a una habitación compartida hasta que esté lista para dar a luz.

Todos suspiramos aliviados.

—Ah, y Ce me ha dicho que deberíamos ir a coger algo de ropa. Y para ella y para Derek también.

—¿Qué? Una polla salimos del parking, así si que nunca encontraremos sitio— dije yo.

—Ya. Pero, ¿qué pretendes? ¿Ir semidesnudos por un hospital?

Empezamos a pensar soluciones hasta que a Luke pareció encendérsele una bombilla.

—¡Chicos, soy listísimo!

—Claro que no. ¿Pero ahora por qué?— Laia alzó una ceja.

—¡No llegué a sacar la maleta de la furgo, así que podemos usar mi ropa!— respondió, emocionadísimo.

—Ostia, tú. Que por una vez sirves de algo, tío— le felicitó Vincent.

Empezamos a aplaudirle mientras él saludaba como si fuera la reina de Inglaterra (que en paz descanse). Todos menos Axel, que le dio un manotazo a Luke y chilló:

—¡Chicos, un sitio!

Y sí, por fin pudimos aparcar.

Qué atento es mi novio.

El conductor se dirigió al maletero y nos fue pasando a cada uno una camiseta y a las chicas un pantalón también.

—Juraría que mi hermano tiene una igual— comentó Luna mirando su camiseta negra.

—Sí, pues a mí me ha tocado la más fea— se quejó Laia, poniéndose una verde caqui.

—Que va. Te queda bien ese color— le sonrió su novio, haciendo que se sonrojara.

Luke cogió ropa para Derek y para Celia y cerró el maletero.

—Listo. Vámonos.

***

Llevábamos ya tres horas y media allí y la jodida espera parecía hacerse eterna. Más encima que en un hospital tampoco es que te puedas divertir mucho.

Nos habían dejado pasar a ver a nuestra rubia de dos en dos hacía como una hora, y Derek salía de vez en cuando para tomar algo o simplemente para vernos.

Sin embargo, Vincent y yo conocíamos demasiado al cabrón de nuestro amigo, así que cuando el resto estaba hablando, aprovechamos para apartarle del corrillo.

Gay Panic Donde viven las historias. Descúbrelo ahora