Henry

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Dejé caer mi mochila de golpe y me senté en la puta silla.

—Llegas tarde, maricón— murmuró Luke sin despegar la vista del móvil.

Sin embargo, le ignoré completamente y me puse a mirar alrededor.

—¿Dónde está Collins?

—¿No venía contigo?

Negué con la cabeza. Llamadme jodido maniático, pero empecé a ponerme de los nervios.

—Que va. Pensaba que le ibas a recoger tú.

—Y yo pensaba que le ibas a recoger tú.

Los dos nos quedamos callados, mirándonos con cara de gilipollas.

—¿Os habéis olvidado del novio?— Laia, que estaba en el sitio de delante, se giró sonriendo. Qué pesada.

—No te metas, Lindsey— le espeté.

—Lo dices como si vosotros nunca os metierais en nuestras conversaciones— Abby, a su lado, se giró con una ceja alzada.

—¡Eso, eso!— secundó la otra maruja.

Luke bufó, guardando el móvil en su bolsillo.

—Tienes suerte de que Parker nos parta la cara si te decimos algo— le dijo a la rubia.

Derek, quien le había escuchado, procedió a mirarle como si le quisiera sacar las tripas por el culo. Pero antes de que pudiera decirle nada, Axel y Vincent entraron por la puerta.

Literalmente me tiré a los brazos de mi chico. Me da vergüenza admitir mi mariconería, pero bueno, estamos en confi.

—Lo siento mucho, mucho, muchísimo— le dije como un millón de veces, abrazándole fuerte.

—Hey, tranquilo. No pasa nada— se separó y me sonrió.

—Ha sido culpa del gilipollas de Luke.

—¡Oye!— se quejó el aludido.

Axel rio y me apretó la mano.

—Da igual, en serio.

Ambos salimos de nuestra burbuja cuando escuchamos el carraspeo de Vincent.

—No se come delante de los pobres.

Todos le miramos con una ceja alzada.

—Si tú no eres pobre, gilipollas. Solo te han cancelado la cuenta temporalmente— se burló Derek.

—Eso. Aquí el único pobre soy yo— Luke hizo un puchero. Qué maricón.

—¡Pero si tu casa es más grande que mi barrio entero!— se quejó Axel.

El idiota de Luke se encogió de hombros.

—Ay. Pobrecito el niño rico— dije yo.

—Que te follen.

Decidimos ir a sentarnos porque seguramente la profe estaba al caer. Nos tocaba atención educativa, mejor conocida como clase para tocarse los cojones.

Axel se sentó entre Luke y yo. Nosotros éramos una mesa de tres, porque somos más chulos que nadie.

Derek y Vincent se trajeron las sillas y nos sentamos todos en chupi grupi. La profe llegó unos minutos más tarde, pasó lista y se quedó con el ordenador, sudando de nosotros.

—¿Por qué no le ponéis Laia?— la muy pesada ya había repetido eso como cuarenta y nueve veces.

—Porque no me sale de la polla— Derek se acarició las sienes, con cara de cagarse en la puta.

Gay Panic Donde viven las historias. Descúbrelo ahora