Axel

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Colgué. Había contado ocho tonos, y él seguía sin contestar. Suspiré frustrado y dejé el móvil sobre mi cama. Cerré los ojos con fuerza, ahogando las lágrimas que amenazaban con salir.

—Inténtalo una vez más— pedí, aún con los ojos cerrados.

—Collins...

—Luke, por favor— rogué.

Escuché como bufaba y abrí los ojos. Estaba sentado en la silla de mi escritorio, con cara de preocupación. Sacó el móvil de su bolsillo y marcó el número.

—Seguro que está bien...— me aseguró mi amigo.

Yo no dije nada. La verdad es que no estaba tan seguro de eso. ¿Y si le había pasado algo? ¿O si su padre le había hecho algo?

Cuando la llamada se cortó sola al no obtener respuesta, Luke me miró apretando los labios. Ahí fue cuando decidí que iba a cometer una locura.

Me levanté de un salto y cogí mi móvil.

—Voy a ir a buscarle— anuncié.

Mi amigo me miró sin cambiar su expresión facial, como si ya se esperara lo que iba a decir. Aún así se levantó y me agarró los hombros.

—Collins, ni se te ocurra. Es tarde y está lloviendo muchísimo. Espérate a mañana.

Negué con la cabeza.

—Me da igual, me da igual... Necesito saber si está bien.

—Quizá simplemente se ha quedado dormido.

Volví a negar con la cabeza. Adoraba a Luke, pero no iba a dejar que me convenciera.

—No. Si no fuera algo importante, me contestaría a las llamadas.

—Collins...— volvió a empezar, pero le corté.

—Luke, no es negociable. Le conozco y sé que le pasa algo. Me da igual que llueva, nieve o haya un putísimo tornado, porque haré lo que sea para hablar con él— le dije, serio.

Él suspiró por milésima vez en el día. Sus orbes negros miraron hacia el techo, como si estuviera replanteándoselo. Seguía sujetándome los hombros con fuerza, mientras que yo le miraba decidido.

Para mi sorpresa, terminó asintiendo.

—Vale, pero no vas a ir solo— por fin me soltó.

—¿Y eso? No soy un bebé— a pesar de la situación, le di una sonrisa ladina.

—Claro que sí. Eres mi bebé— bromeó, y luego arrugó la nariz, en señal de disgusto. —Joder, eso ha sonado muy gay.

—Creo que te lo estoy pegando.

Luke alzó una ceja y yo solté una carcajada.

La verdad es que con él también tenía una conexión especial —no tanta como con Henry, claro—. Ambos nos habíamos llevado bien desde el primer momento. Él me entendía, yo le entendía. Según el Club de la Costura, teníamos esa especie de vínculo de almas gemelas no románticas. Estuve totalmente de acuerdo cuando me lo dijeron.

Bueno, que me desvío del tema.

Ambos nos pusimos los abrigos y cogimos las bicis para ir a casa de Shelton. Como antes se ha mencionado, llovía bastante, pero como también he dicho antes, me daba igual.

Una vez llegamos, dejé mi bici tirada en la calle y me acerqué para llamar al timbre. No estaban aparcados ni el coche de su padre, ni el de su madre, por lo que probablemente estaba solo en casa.

Gay Panic Donde viven las historias. Descúbrelo ahora