—Abby me cago en toda tu madre, acaparas todo el espacio con la puta barriga.—Es lo que toca, es culpa de Derek por preñarme.
—¡Abby!
—¿Qué? Es la verdad.
—Tú, callaos ya que quiero dormir.
—Me la pela que quieras dormir.
—Me la pela que te la pele que quiera dormir.
—Me la pela que te la pele que me la pele que quieras dormir.
—Me la pela que te...
—¿Quién se ha meado?— interrumpió Vincent.
—¿Qué?
—¡Chicos, creo que he roto aguas!— chilló Abby, con cara de susto.
Silencio.
Silencio absoluto.
—¿C-C-Cómo?— Derek estaba pálido.
Sin embargo, la rubia empezó a descojonarse en nuestras caras, para luego sacarse una botella de agua de debajo de la falda.
—Es broma. Solo era para que os callarais.
Silencio absoluto, otra vez.
—Te voy a pegar tal paliza que la niña va a salirte disparada, hija de la gran puta.
—Con estos putos críos no se puede conducir— suspiró Lucas, mirando al frente.
—Tú a callar— demandó Luke.
Aproximadamente cuarenta y cinco minutos después, llegamos a nuestro destino. La casa de la playa del padre de Luke.
No era tan grande como su mansión en nuestra ciudad, pero era considerablemente grande. Tenía unos ventanales enormes, sauna y piscina.
—Mi vida mejoró el día en el que me hice amiga de Luke, os lo juro— murmuró Laia, mirando a todas partes.
—Ya sé que me adoras, Laia, pero gracias por admitirlo.
—No te adoro a ti. Adoro a tu dinero.
Todos menos Luke nos reímos, hasta que de repente entraron Derek, Henry y Vincent cargando miles de maletas y bolsas cada uno, con cara de malas pulgas.
—Podríais ayudar un poco...— se quejó Derek.
—Nah, el trabajo que lo hagan los hombres de la casa— sonrió Lizzy.
—¿Y por qué Collins y Luke no hacen nada?
—Yo no hago nada porque soy la puta ostia— respondió el último nombrado.
—Y Collins... No sé. Porque es gay— Luna se encogió de hombros.
—¡¿Disculpa?! ¡¿Y yo aquí cargando con todo?!— mi novio dejó caer el equipaje que llevaba encima y se tiró al sofá.
—¿Nos estáis discriminando por ser heteros?— Vincent alzó una ceja, indignado.
—Que falta de respeto— coincidió Derek.
—Venga, dejad de llorar, nenas— les dijo Celia, acercándose a recoger todo lo que Henry había tirado.
Una ves descargadas todas las maletas, decidimos ir instalándonos.
—A ver, hay cuatro habitaciones y somos diez perso...
—Nueve. Yo seguramente me iré con Lucas— interrumpió Lizzy, algo roja.

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Gay Panic
RomanceAxel y Henry son mejores amigos. ¿Qué pasará cuando se den cuenta de que sienten cosas el uno por el otro? ¿Tendrán el valor suficiente para amar?