Capítulo 56

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Alessa

Hay muchas maneras de manejar una noticia, pero yo no estaba en posición de tener opciones.

—¿Japón? —preguntó Ángel haciendo una mueca.

Me hundí de hombros caminando hacia él que se encontraba sentado a la orilla de mi cama. Me senté a su lado.

—Es la primera oportunidad que se me presenta, no quiero decir que no —me rasqué el brazo—... No tengo dinero, no puedo decir que no.

—Japón está muy..., pero muy lejos.

—Te llamaré.

Ángel soltó el aire y sonrió.

—Ni creas que me olvidaré de ti.

—Ni yo de ti.

El semestre de Luke había concluido, lo sabía porque pasaron los meses y me llegó su mensaje. No lo había visto desde hacía tanto que sentía el corazón latiéndome en el pecho mientras esperaba frente al elevador. De pronto, las puertas se abrieron y un perro chihuahua salió respingando. Alcé la cabeza y la señora del apartamento de al lado me miró como si estuviera a punto de vomitar. Alzó el mentón y caminó hacia su puerta. Falsa alarma. Resoplé.

De nuevo las puertas se abrieron y Luke apareció. Llevaba el cabello un tanto largo que brillaba bajo las luces del pasillo, y sonrió.

—Hola —dijo.

—Hola —me quedé en mi sitio.

Enseguida una tensión se instaló entre nosotros. Luke se quedó a dos pasos de mí sabiendo que la distancia de dos meses sin saber de él se traducía en esa distancia. Caminé hacia mi puerta seguida de él. Entramos hasta la sala donde me adelanté al balcón para encender un cigarrillo. Luke dejó su mochila sobre el sillón y metió sus manos en los bolsillos de sus jeans negros.

Permanecimos así por todo el tiempo que tardé en terminar el cigarrillo. Solté la colilla por el balcón y me volví para mirarlo.

—Me iré a Japón.

Luke se quedó quieto. No dijo, ni expresó nada. Toqueteé mi bolsillo buscando otro cigarro que no encontré.

—¿Japón? —murmuró.

Dejé de mirarlo por un instante para ver las luces brillantes que centellaban en lo oscuro de la noche de la ciudad.

—¿Por qué? —se adelantó a decir ladeando la cabeza.

Me volví para mirarlo a los ojos, esos ojos azules que brillaron (no supe si de tristeza o por costumbre).

—Me he acabado el dinero, Luke —susurré—. No puedo pagar más este apartamento, mantener los servicios y mantenerme aquí.

—Te alcanzaría el dinero si no consumieras esa porquería —soltó.

Pude sentir en ese instante su cambio, de taciturno a molesto.

—¿Es eso lo que vas a decirme?

Fue entonces que se dio cuenta de su error. Su expresión cambió al instante. Y se quedó muy quieto y con una expresión de abandono.

—Vine a Brisbane porque lo que queríamos era estar juntos, Luke, porque te lo prometí —me froté los brazos por el frio—. Pero tú tienes tus compromisos, y comprendo que la universidad sea algo muy importante para ti, incluso más importante que yo.

—Joder —susurró. Dio un paso hacia mí, pero lo detuve con un amago—. Lessa... amor... estoy aquí.

El pecho se me contrajo. Y un líquido doloroso se esparció alrededor de mí cuerpo.

—Sí, lo sé —ahogué un sollozo—, pero para esto he tenido que esperarte dos meses sin tener noticias de ti en absoluto.

Luke dejó caer la cabeza y exhaló. Tragó y se llevó una mano a la frente.

—¿Te estas yendo por esos dos meses? —me miró.

—Me iré porque no puedo seguir esperando pocas horas de ti entre tantos meses —me rodaron las lágrimas.

—Lo siento tanto —susurró viniendo hacía mí hasta impactarme entre su abrazo—. Joder... lo siento tanto.

Y lloré.

—Te extraño todos los días —musitó sobre mi cabeza—, te amo todos los días.

—Te he extrañado mucho —sollocé.

—No me olvides... solo... por favor... no me dejes —se le quebró la voz.

Entonces enrosqué mis brazos en su torso. Y lo olí. Mi corazón se embriagó de Luke, de mi Luke.  

ENTRE NUBESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora