Capítulo 1

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MIS OJOS no se abren. Es como si mis pestañas estuvieran recubiertas de metal en vez de rímel, cargan mis parpados con una pesadez que no puedo combatir. Una clase de pesadez derivada de la medicación.

Estoy desorientada, parte de mi se siente despierta, como si estuviera nadando desde el fondo del océano a la superficie, pero mi cuerpo se siente como si flotara, como si ya estuviera allí girando con el arrullo de las olas.

Ejecuto un diagnóstico atontado sobre mis otros sentidos.

Oído. El silencioso rugido de los neumáticos que ruedan sobre un camino, la repetición del coro cursi de una estación de radio de los ochenta, el silbido de un aire acondicionado que ha necesitado que lo reparen desde hace tiempo.

Olfato. La ligera esencia del perfume de mamá, el aromatizante de pino que siempre ha colgado del espejo retrovisor, el cuero acondicionado de su coche.

Tacto. El cinturón de seguridad que se me entierra en el cuello en un ángulo que lamentaré después, el sudor en la parte trasera de mis piernas, que me pega al cuero.

Viaje por carretera.

Solía amar esto de mis padres. Llegaba a casa de la escuela y las maletas ya estaban en el coche. Salíamos sin un destino, yo y mamá y papá y a veces mi mejor amiga, Chloe. Sólo conducir y observar y pararnos cuando queríamos ver más.

Museos y parques nacionales y tienditas especializadas que vendían cosas como moldes de plástico de las huellas de pie grande. Caíamos victimas del pasatiempo de papá-fotógrafo amateur-y nos veíamos forzadas a ejecutar poses de turista para la cámara y por el bien de los recuerdos. Hasta este día, nuestra casa está prácticamente empapelada de antiguos viajes por carretera: fotografías de nosotros poniéndonos orejas de conejo o bizqueando y sacando la lengua como pacientes de manicomio.
El carro salta, lo que envía mis pensamientos a una carrera neblinosa. Los recuerdos se arremolinan en una especie de vorágine mental, y unas cuantas imágenes claras se detienen y agrandan, como fotos fijas de un día normal. Mamá lavando los platos, Chloe sonriéndome. Papá, sentado a la mesa de la cocina. Galen, saliendo por la puerta trasera.

Espera, Galen...

Todas las imágenes se alinean, poniéndose en orden, acelerándose y convirtiendo las imágenes fijas en una película de mi vida. Una película que muestra cómo llegué a estar amarrada en el coche de mamá, atontada y confundida. Es ahí cuando me doy cuenta que este no es un viaje familiar McIntosh. No puede ser.

Han pasado dos años y medio desde que papá murió de cáncer.

Tres meses han pasado desde que el tiburón mató a Chloe en las aguas de Destin. Lo que significa que han pasado tres meses desde que conocí a Galen en esa playa.

Y no estoy segura de cuánto tiempo ha pasado desde que Galen y su mejor amigo, Toraf, abandonaron mi casa para ir por Grom. Grom, el rey Tritón, el hermano mayor de Galen.
Grom, que se suponía emparejaría con mi madre. Grom, que es un Syrena, un hombre pez. Un hombre pez que se suponía emparejaría con mi madre. Mi madre, que también es Nalia, la princesa Poseidón supuestamente-muerta-desde-hace-mucho que ha estado viviendo en tierra todos estos años porque.

Hablando de su respetada Majestad mamá... se ha vuelto malditamente loca.

Y me ha secuestrado.

Of Triton-Anna BanksDonde viven las historias. Descúbrelo ahora