La Cacería I

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Desde pequeño siempre me ha atraído el mundo de la dominación femenina, he incluso jugaba de niño con una prima a ser atado como un animal y ser sacrificado. Me excitaba ya a temprana edad eso de estar en manos de una mujer, indefenso y a merced de su voluntad.

Ya de adulto me excitaba viendo a cualquier mujer imaginándomela como una ama.

Me llamo Luis y tengo 38 años. Desde hace más de 15 años trabajo en una gran ciudad en un almacén de distribución. Allí trabajan conmigo varias mujeres en mi sección y otras tantas en otras secciones.

Siempre me he sentido atraído por una en concreto, Jezabel.

Tiene mi misma edad y ambos estamos solteros y aunque tonteamos y quedamos a salir habitualmente muy a menudo nunca hemos tenido nada entre nosotros, mal que me pese.

Jezabel es una de esas mujeres que, sin ser un bellezón, tiene algo de lo que te quedas prendado, no sé decir qué pero hay algo en esa mujer que me atrae sobremanera. Medirá sobre 1.65 de altura y tiene algún kilito de más pero muy bien puesto, ojos negros, pelo moreno con media melena por encima de los hombros, labios carnosos y nariz respingona con un culito respingón y gracioso.

Quizás lo que más me atrae de ella sea su personalidad, ya que es de carácter fuerte, una Aries de pura raza... sabe imponer sus ideas y llevarte a su terreno en cualquier discusión que entables con ella pero también un lado tierno...una mezcla de caracteres que me la hace una mujer interesante.

En mis fantasías la imaginaba vestida de cuero de los pies a la cabeza, botas altas de tacón imposible, látigo en mano azotando a un pobre diablo sin compasión... y ese diablo soñaba ser yo.

Como era habitual, una tarde, terminando de trabajar, Jezabel se acercó hasta donde yo estaba para hacer planes para el domingo;

-Hola Luis, ¿cómo vas? Me gustaría invitarte este domingo a la finca que mi amiga Rebeca tiene en el monte. Vamos a ir unos cuantos amigos y amigas a hacer un picnic ¿qué me dices? ¿Me acompañas para que no me aburra?

-Bueno, la idea no me atrae mucho pero con tal de tomar un poco de aire puro me apunto.

-Bien, me alegro de que vengas. Mañana a las 6 de la mañana paso por tu casa a recogerte.

Poco me imaginaba yo lo que me esperaba en la finca de Rebeca...

A las 6 en punto escucho el claxon del coche de Jezabel justo debajo de mi ventana, cojo un poco de ropa y bajo las escaleras hacia la calle. En el coche esta Jezabel y se ha traído con ella a Rebeca.

Rebeca es un bellezón que también trabaja con nosotros en el mismo almacén pero en diferente departamento, con la cual también mantengo una buena amistad. Aunque es española tiene rasgos faciales asiáticos que le dan un toque exótico, en el trabajo comentamos a menudo el gran parecido que tiene con la actriz Catherine Zeta Jones. Más alta que Jezabel, de 29 años, 175 de altura, unas curvas de infarto, pelo castaño claro que le llega casi hasta su redondo y firme trasero.

No menos firmes son sus grandes pechos y de ojos castaños también. Sus labios perfectos y una pequeña cintura que hace que sus caderas se acentúen aún más. De firmes y fuertes piernas contorneadas a base de horas de ejercicio pero sin marcar músculo. De carácter más templado que Jezabel quizás por eso nunca me ha atraído a pesar de ser una autentica monada, ya que la he visto siempre una mujer muy sencilla, tierna y cariñosa incapaz de hacerle daño a una mosca y, como he dicho, me gustan las mujeres de personalidad fuerte.

-Buenos días señoritas.

-Hola Luis, echa el macuto que llevas al maletero y siéntate en el asiento de atrás, ponte cómodo.

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