la profesora de autoescuela I

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Era una tarde de sábado de tiendas con Adela, cuando al salir de una de ellas nos sorprendió un chaparrón que nos obligó a guarecernos en una cafetería, estaba prácticamente llena pues como nosotras otros habían hecho lo mismo, en una mesa estaba Marta, nos vio y se levantó para saludarnos, nos invitó en compartir mesa, estaba sola, la última vez que la vi hacía más de seis meses.

Quien era Marta, había sido mi profesora de prácticas para el carnet de conducir. De estatura media alta, usaba gafas, atractiva de cara, boca sensual, generosos pechos, caderas y trasero bien marcados, cuerpo tonificado casi a diario en el gimnasio, según ella misma me comentó. Era conocedora de sus encantos, pues además de su buena apariencia física, se movía con aire de confianza, tenía salero, reía a menudo, su piel blanca contrastaba con su media melena castaña, prácticamente no usaba pinturas ni maquillaje, siempre olía bien, perfumes frescos, suaves y femeninos.

Vestía con ropas más bien ajustadas, sobre todo los pantalones. Desde luego era una delicia para cualquier hombre o mujer. Cálida en su trato, fácil conversar con ella, aunque yo ya tenía bastante en contener los nervios cuando hacíamos las practicas, de todas maneras me enteré por ella misma que tenía 50 años, divorciada, vivía sola, pues sus dos hijas ya casadas, la pequeña hacía poco. Y aunque reparé en ella, no me hacía falta, mis ojos estaban en lo que ya tenía en casa.

Terminó de llover, salimos con la propuesta de Adela y aceptada por ella, pues dijo no tener compromisos, de ir con el coche para que diera opinión sobre mi conducción. Al salir detrás de ella me fijé, quizás era la primera vez que la veía con falda, ligeramente ajustada hasta medio muslo, piernas torneadas cubiertas con medias negras, calzaba botines, con camisa blanca desabrochada justo en el punto de insinuar el canal de sus pechos, por encima una cazadora de piel.

Durante el trayecto nos comentó que se había trasladado a otra ciudad, aceptando la oferta de un familiar para llevar una agencia de viajes, y aquel fin de semana quería recoger cosas y poner a la venta su vivienda. Se colocó de copiloto, varias veces posó la mano sobre mi pierna, para dar la aprobación de alguna maniobra, la miraba de reojo, movía las piernas ejecutando los movimientos de conducir, seguramente deformación profesional, la falda se le subía enseñándome prácticamente la totalidad de sus muslos. Ya de vuelta, noche cerrada, propuse invitarla a cenar, ya que estaba sola, por el retrovisor vi las miradas y gestos de aprobación en la cara por parte de Adela, y ella no se hizo de rogar.

Ya en casa ellas se fueron al salón, yo me cambié de ropa. Al pasar delante de ellas, Marta me miró sorprendida analizándome, pero sin decir nada. Como siempre en casa llevaba puesto el collar, camiseta ajustada y falda plisada de colegiala todo negro, sin ropa interior, con calcetines blancos hasta medio muslo y descalza. Les propuse tomar algo y según su petición les serví una copa de vino blanco y mientras hablaban les preparé una cena informal. Dispuse la mesa, solo dos cubiertos.

-Cuando tenemos invitados ella solo está para servir -le advirtió Adela sonriendo.

La cena terminó y se sentaron en los sillones, les oía desde la cocina hablar y reír, el vino seguramente hacía de las suyas. Salí para preguntarles si querían algo más, estaban con un tema favorito de Adela, los horóscopos.

-Nora, sabes que Marta es Virgo.

-Eres Virgo -dije, sonriendo con malicia.

-Sí, quiero decir, no. Bueno, del signo del zodiaco, sí, claro. Ufff..., no sé lo que me digo.

-Pues mira que pone en tu signo -Adela de una revista: «Los astros pronostican que iniciarás una etapa de estabilidad que te permitan enfocar objetivos profesionales que te propiciarán nuevos horizontes, tomaras decisiones que resultarán complicadas, pero llegarás al éxito. Aunque será un fin de semana ajetreado, desconectar de la rutina y con un estado de ánimo óptimo te permitirá que lo disfrutes. Pon más pasión en tu vida y disfruta».

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