El crucero: La primera noche(3)

5.8K 14 0
                                    

Al llegar, Nuria da un par de besos a los dueños de tu amigo, y tras sentarse empiezan a hablar, a reír. Tenían ganas de conocer a la jinete que cabalgo a su madre hasta hacerle ganar la gran carrera de las mamas, Nuria les cuenta cada detalle, cada sensación, y ellos le explican la sorprendente historia de sus esclavos, "rabo" era el marido de Rosa, aunque antes de la boda ella ya tenía claro que lo que más deseaba su novio, era ser su esclavo, su perrito faldero. Su verga se endurecía más y más cuando lo azotaba, lo insultaba, cuando se traía algún amigo con el que follar mientras "rabo" de rodillas los miraba, luego la lengua del esclavo limpiaba el coño de su ama, la verga de su amante y cualquier resto que hubiese quedado en la cama o en el suelo. Uno de estos amantes fue Juan, con el que Rosa enseguida congenió, a la segunda cita, él ya trajo a "cornuda" una hermosa venezolana a la que conocía desde sus tiempos de universidad, una chica que tras unos meses saliendo con él, le confeso que lo que más deseaba era ser sumisa, le excitaba que la penetrase encadenada a la cama, el sudor de la espera antes del primer latigazo, sentir sobre su piel un trozo de hielo derritiéndose o el fuego de las gotas de cera de una vela.

Tras unos meses, Rosa y Juan decidieron ir a vivir juntos, y aparearon a sus perritos, la ceremonia fue en un salón privado donde tras una sesión de látigo, con sus espaldas, culos y pechos azotados hasta sangrar, les hicieron follar sobre unos viejos tablones rugosos y claveteados. Tumbaron a "cornuda" sobre la madera, ella gimió un poco cuando las astillas se clavaron en su espalda llena de verdugones, luego hicieron subir sobre la hembra a "rabo" que totalmente empalmado clavo al instante su verga en la mujer, mientras temblaba con cada nuevo azote que le daban sus dueños.

Entre lágrimas de dolor y vergüenza, cornuda se corrió de placer con aquella verga sumisa golpeando una y otra vez su coño, Juan le ordeno que girase la cara, quería disfrutar de sus lágrimas, sus mocos, del temblor de sus labios, mientras rabo seguía fallándola una y otra vez. Por su parte Rosa, embutió de un golpe un consolador de castigo en el culo de su marido al mismo tiempo que Juan se corría sobre la cara de su perra. Y así empezó su historia. Mientras hablan, tú sigues de pie, escuchando y excitándote con cada una de sus palabras, con cada situación que tu imaginación te hace vivir en ti, estás nerviosa, inquieta, te muerdes los labios, mientras no sabes que hacer, donde mirar, allí de pie, desnuda e ignorada por todos. Juan te silba y con el dedo te indica que te acerques, tu miras a tu dueña y ella con un manotazo en tu culo, te dice que a que esperaras para obedecer a tu amo, él magrea tus tetas, pellizca tus pezones, luego baja su mano hasta tu coño, agarra con fuerza tu vello y de un tirón te hace caer sobre rabo y cornuda.

Sollozando te enroscas junto con ellos, el camarero trae la carta, Nuria, Juan y Rosa van eligiendo platos, ella es vegetariana, pero a los demás les encanta la carne. Una vez han elegido, también le dicen al camarero que traiga un cubo con algunos restos de comida para los perritos. El sonriendo se va. Nuria les cuenta tu historia, tu sumisión, se sorprenden que aun te llame Joanna, de que tu dueña no te haya puesto un nombre más acorde con tu condición, Nuria con el pie te levanta la cara y te pregunta si quieres tener un nombre de perrita, tu bajas la mirada, una patada te hace ladrar suavemente, Nuria decide que durante el crucero, te llamará trisky, como una perrita esclava que su madre la conto que había conocido de joven.

El camarero trae los platos, y tras dejarlos en la mesa, trae un cubo con agua sucia y restos de comida flotando en ella. Cornuda va hacia él, rabo también hunde su hocico, y tu sonrojada y asustada también intentas ir cogiendo con los dientes, algunas de las cosas que están en el agua. También bebes un poco, mientras sonrojada oyes como Nuria les cuenta más y más detalles de ti. Tras comer un rato, Rosa grita "top" y al instante sus perritos sacan la cabeza de la comida y la miran con sus caras sucias, tu tardas unos instantes en imitarles, Rosa os indica la mesa, ahora os toca ganaros la cena que habéis comido, rabo y cornuda corren bajo la mesa, y tu con ellos, Juan nota la boca de su esclava, pero una patada la hace caer, hoy le apeteces tú, eres la novedad y quiere ver que tal engulles una verga. Tú empiezas jugueteando con la punta de su miembro, mientras acaricias sus testículos, nadie te ve, pero sonríes orgullosa al notar como tu boca, tus labios, engordan y endurecen su deseo. Nuria siente la boca de rabo lamiéndole una y otra vez su sexo, lo agarra por los pelos y lo estruja contra ella, él sigue lamiendo, excitándola, haciendo que calambrazos de placer se vayan sucediendo con cada nueva lamida de aquella lengua caliente y sumisa. Enfadada y sollozando, cornuda empieza a lengüetear el sexo de Rosa.
La cena va pasando de manera perfecta, los platos exquisitos y vosotros bajo la mesa haciendo disfrutar a vuestros dueños. Rosa no deja de mirar al camarero, un cubano negro como el carbón y de casi dos metros de alto. Le gusta y le apetecería follar con él, pero las normas son muy claras, solo las esclavas con collar negro y con el permiso de sus amos, pueden ser usadas por la tripulación, ahora es rabo quien va lamiendo la entrepierna de su dueña, que no deja de mirar aquel caribeño que nos acaba de servir el postre. Juan le dice que hay una manera, pero ha de cruzar la línea, ella le comprende y afirma con la cabeza, es ama, pero también se ha excitado más de una vez imaginándose sumisa. Él le pone un collar negro, y llama al camarero, este agradece los elogios por la comida y el servicio y se queda sorprendido cuando Juan le dice que por favor acepte a Rosa como propina por el excelente servicio recibido. Rosa se levanta y deja caer su vestido, es joven y hermosa, morena, con unos pechos prominentes y un culo redondo y apetecible. El camarero sonriendo y sin dejar de mirarla, dice que todas las propinas se reparten, Juan lo ve perfecto, y autoriza a que todos los cocineros y camareros que lo deseen disfruten de ella., Por un instante Rosa mira a Juan asustada, no era eso lo que ella pensaba, él le pregunta si tiene algún problema, y ella bajando la cabeza dice -No amo, luego sigue dócil y obediente la correa de la que tira el camarero hasta perderse tras una de las puertas de servicio del personal del comedor.

Relatos Eróticos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora