La Cacería II

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Nunca como ahora echaba de menos estar solo en este mundo, sin familia cercana que se extrañasen si desaparecía.

-estúpido perro, ¿acaso te has mosqueado de los últimos cuatro o cinco traslados fulminantes que ha habido en la empresa?? Olvidas que Rebeca trabaja en el departamento de personal por lo cual tiene acceso a todo el papeleo necesario para simular tu traslado al otro lado del mundo... nadie se mosqueara cuando no vallas el lunes a trabajar.

Una nueva patada propinada por Rebeca en mis costillas me hizo darme cuenta que la cosa iba en serio. Con tanta violencia me la dio que caí de nuevo boca abajo sin respiración. Note que tras el patadón Rebeca se alejaba hacia el fondo del salón.

Jezabel colocó una de sus botas bajo mi cara.

-Lámelas, déjalas bien limpias. Hasta arriba!!!

-Vete a la mierda Jezabel!! Me vais a matar igual, no me humillare ante vosotras, no os daré la satisfacción!!!

Un tremendo golpe rasgo la piel de mi espalda, casi pierdo el conocimiento. Rebeca, cuando se había ido al fondo del salón, había cogido un látigo y con él me descargo un tremendo latigazo.

Un ardor insoportable castigaba mi espalda y comenzaba a brotar un poco de sangre debido al latigazo. Antes de poder recuperarme del primero recibí un segundo latigazo por parte nuevamente de Rebeca. Alce lo que pude la mirada para verme venir los golpes.

Estaba bellísima.

Su melena alborotada tapaba parcialmente su cara y sus ojos desprendían un brillo terrorífico, un gesto de furia dibujaba su cara. Con las piernas abiertas, los pezones de sus grandes pechos luchando por escaparse de la prisión de su ceñida camisa, el brazo izquierdo en la cadera y el derecho empuñando el látigo se preparaba para descargar en mí otro nuevo latigazo que no tardó en llegar.

-Sí que te vas a humillar ante nosotras jajaja ya lo creo que sí!!! Dijo Jezabel - Te vamos a dar caza y muerte igual, pero de ti dependerá el grado de ensañamiento y crueldad con el que lo hagamos. Si nos complaces y lo haces bien te prometemos una muerte rápida y poco cruel pero si sigues en rebeldía morirás entre crueles tormentos.

Mientras esto me decía Jezabel un nuevo latigazo propinado por Rebeca recibía de nuevo mi espalda. Cada vez los propinaba con más crueldad, más violentos y con más fuerza. Mis dos diosas me tenías a su merced. Aunque tenía las manos libres no podía protegerme de los tremendos latigazos de Rebeca. Se notaba que estaba disfrutando con mi dolor. Poco a poco me estaban sometiendo, total iba a morir igual, pero si me ahorraba sufrimiento... Rebeca se acercó a mí y dejo un poco más larga la cadena que me unía al suelo de manera que me pudiera poner al menos de rodillas.

-Te lo diré solo una vez más, humíllate ante Jezabel. Límpiale las botas con la lengua No me obligues a sacarte la piel a tiras con mi látigo

-Ahh y a partir de ahora nos llamaras ama Jezabel y ama Rebeca – añadió Jezabel.

No tenía otra alternativa. No me quedaba otra que someterme a sus deseos. Sabía que no saldría de allí con vida pero quería que me hicieran sufrir lo menos posible. Empecé a lamerle las botas a Jezabel, "por los menos las llevaba limpias" pensé. Desde la puntera poco a poco fui subiendo por sus botas hasta llegar al final de la caña de las botas. Por lo visto estaba complacida con mi conducta porque no decía nada. Al ponerme de rodillas mi cara quedó a la altura de su coño, me quede parado. Tenía unas ganas tremendas de besar su sexo. Comérmelo aunque llevase esos finos pantalones de montar. Aunque no se le veía podía intuirse fácilmente sus labios vaginales, su rajita tantas veces deseada por mí quedaba dibujada por los pantalones y la tenía ahora donde siempre había querido tenerla, a la altura de mi boca. Aunque la situación no era la que tantas veces había soñado. Ya me daba igual si la ofendía, peor castigo que la muerte no hay y mis dos amas iban a matarme así que metí mi cabeza entre sus apretados muslos y mi lengua luchaba por llegar a su coño aunque los pantalones me lo impedían, pero daba igual, tan finos eran que podía sentir el sexo de Jezabel con mi lengua. Empecé a lamer como un loco. Al principio Jezabel se quedó como perpleja por mi conducta, ya esperaba otro latigazo por parte de Rebeca pero éste no llegó, por lo cual yo seguí a lo mío.

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