El crucero: Empieza el viaje (1)

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Sentados en uno de los bares cercanos al puerto, charlábamos como tres parejas de amigos que van a disfrutar de unas merecidas vacaciones. Nuri de rodillas junto a mí, acaricia su mejilla en mi brazo, mientras su mano se pierde bajo su falda, Zuleia nerviosa y excitada está satisfecha y orgullosa, ella lo ha gestionado todo desde su agencia, y ahora solo espera estar a la altura de las expectativas de su dueño que junto a ella bebe una cerveza bien fría mientras le pellizca suavemente uno de sus pezones. Y tú nerviosa, inquieta, empapada en sudor, por el calor y la tensión, solo puedes mirar aquí y allá, mientras Nuria juega con tus cabellos y no deja de mirarte, de tocarte, le encanta tu piel suave y tersa, desbrocha los botones de tu vestido, le gusta acariciarte los pechos, tus nalgas, disfrutar de este miedo y esta vergüenza que aun te sonroja cada vez que ella te exhibe medio desnuda ante desconocidos, Nuria cada día está más satisfecha de haberte comprado hace apenas un mes, lo recuerdas claramente, tu de rodillas mientras ellas hablaban de ti, negociaban tu precio, Luna le mostraba tus pechos, tu coño, tiraba de tus pezones, le enseñaba tus nalgas azotadas, y Nuria pensándoselo, decidiendo si merecías la pena, al final se quedó contigo a prueba, tendrás que ganarte el derecho a ser su esclava, aquel primer día de pie en el centro de la habitación, te estremecías con cada nuevo latigazo, con cada nueva marca que se dibujaba en tu culo, en tus nalgas, en tus pechos, mientras entre lágrimas y gritos le suplicabas que te aceptase, querías ser su esclava, su perra, querías ser lo que ella desease que tu fueses. Luna había sido un paso, pero Nuria era otra historia, una dueña mucho más dura y salvaje. Finalmente, medio desvanecida, sudorosa y con temblores en las piernas viste como dejo el látigo, se acercó a ti, puso su mano en tu coño y lo saco mojado, la zorrita se había corrido en pleno castigo, luego se limpió en tus mejillas, te beso en los labios y acepto adiestrarte y si te lo merecías, quizás al final quedarse contigo.

El reloj sigue girando, terminamos ya con las bebidas, y tras pagar, vamos hacia la terminal, a medida que nos acercamos los nervios se hacen más y más patentes en vosotras, sobretodo en ti, la perrita novata del grupo, ves decenas de parejas, dueños y esclavas, amas y sumisos, grupos de todo tipo yendo hacia el mismo lugar algunos ríen, bromean, otros están nerviosos, inquietos, tu miras aquel barco no demasiado grande que asoma al fondo de tu mirada, se te hace un nudo en la garganta, solo de imaginar lo que te espera en su interior, te asusta y te excita, te hace temblar y desearlo, es tu alma sumisa que no deja de palpitar dentro de ti.

Zuleia comenta que es un crucero temático como tantos otros, solo que en este, la temática es el BDSM, y los camarotes y todo el barco se ha acondicionado para albergar durante 5 días, todas las facetas y modalidades de esta manera de disfrutar del sexo y de la vida, el nombre con que han rebautizado el barco te hace sonreír "Justine".

Mientras andamos, recuerdas la última noche, encadenada, con tus brazos y patas separados, tus pezones pinzados, tu piel estremeciéndose a cada nuevo azote, decenas de líneas enrojecidas llenando tu cuerpo, jadeabas cansada y dolorida, asustada y excitada., Nuria tras disfrutar de tu dolor, de tus gritos y tus lágrimas, dejó la fusta y empezó a acariciarte, a besarte, a mordisquear suavemente tus pechos, tus pezones, le encanta jugar con tu deseo, con tu instinto de hembra sumisa. Tu mano disimuladamente acaricia tu entrepierna, te gusta recordar su mano entrando dentro de ti, masturbándote. Y tú con la boca abierta buscabas su lengua, sus besos. Sensual y marrana no dejabas de moverte, de mirarla, de relamerte los labios, de jadear. Te preguntó si te gustaría ir de crucero con ella, serías esclava a tiempo completo, una mascota dócil y obediente a quien ella ira moldeando y castigando a su gusto, te entregará a quien le apetezca y te llevará a límites que ni te imaginas. Tu apenas si la oías, sus dedos seguían jugando dentro de ti, sonrojada no podías evitar mojarle la mano con tus jugos de cerda en celo, ella sonreía mirando cómo te contorneabas todo lo que te permitían tus cadenas, jadeabas entre espasmos de deseo y placer, mientras te ofrecías entera a sus dedos, a sus caricias tensando a cada nuevo espasmo de placer tus muñecas y tobillos doloridos y encadenados.

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